viernes, marzo 21, 2008

Blogs, otra forma de decir

Cuando en una madrugada de mayo de 2007 el joven David Ambrosi caía herido de muerte sobre la calzada de la calle Juan Jaramillo, en medio de un tiroteo frente a una concurrida discoteca, escribí a las pocas horas un blog, informando y tratando de encontrar respuestas al estado de violencia social que nos hostiga.

Enseguida, empecé a recibir centenares de visitas de ávidos internautas, lo que persistió por varias semanas. Me llamó la atención la serie de comentarios de los lectores. La mayoría condenaba la repentina pérdida de la vida del joven empresario y criticaba la progresiva inseguridad que, por momentos, acorrala a los cuencanos.


Sin embargo, hubo también decenas de comentarios anónimos que, refugiados en su “NN”, atribuían a uno u otro de la autoría del crimen, lo cual amenazó en convertir a mi blog en escenario de diatribas y apostillas entre difamadores y difamados. Entendí entonces la importancia de moderar los comentarios, lo que me permite escoger las opiniones que se deben publicar.


Los rumores y versiones surgieron como lógica consecuencia de un acontecimiento que afectó a una conocida familia de Cuenca y a un círculo social y económico influyente. Aún ahora, a más de cinco meses de la tragedia, sigo recibiendo acotaciones a la nota posteada. La mayoría siguen siendo anónimas.


Este es, a manera de ejemplo, uno de los nuevos dilemas que deben resolver los blogueros: o actúan con seriedad, respeto y responsabilidad; o convierten a su weblog en pasto seco en el que arderán el honor, la privacidad y la intimidad de las personas.
Abrir un blog puede ser tomado por algunos como una aventura más de toda la novelería que ofrece la red a sus navegantes.

Escribir un diario contando los episodios de la vida puede estrellarse con la realidad de que muy pocos o nadie se interese de aquello. Luego vendrá el abandono como lógica consecuencia.
De lo señalado, nace la pregunta: ¿son los blogs de los periodistas una novedad efímera y vanidosa o, más bien, herramientas valiosas y hasta obligatorias para el intercambio de la información actual?

En Ecuador son muchos los periodistas que han abierto blogs. Andrés Carrión, Rubén Darío Buitrón, César Ricaurte, Ricardo Tello, entre otros. Su objetivo no es el de aumentar sus audiencias –tomando en cuenta la limitada penetración de internet en Ecuador-. Ellos esperan esa importante comunicación de regreso a través de las opiniones de quienes les leen; ese feedback tan necesario para mantener la empatía con sus receptores.


Por otro lado, esta nueva forma de periodismo alternativo brinda más libertad a los comunicadores para desarrollar sus especialidades. En mi caso, por ejemplo, el rock es una pasión que me acompaña desde la niñez y no había tenido la oportunidad de compartir mi afición con otras personas. Ahora, a través de mi página, creo que no hay nada más grato y satisfactorio que escribir sobre este género musical.


Es cierto que los blogs han democratizado la práctica del informador y comentarista. Pero no hay que olvidar que el comunicador, por sobre cualquier forma de expresarse, seguirá siendo buen periodista, más alla de las formas y las innovaciones.

La diferencia con el mal periodista viene señalada desde mucho antes, como una partida de nacimiento.