martes, octubre 30, 2007

Entre el mago Cerati y Sofía Caiché


El gusto que ahora nos queda a quienes, seres privilegiados, asistimos al concierto de Soda Stereo, se saborea con mejor deleite cuando, pasadas las horas y el estado de éxtasis, brotan los recuerdos de la peregrinación al manso Guayas.

Memorias registradas en los saltarines videos capturados por celulares, hoy circulan en el planeta You Tube. Emocionados comentarios llenan de generosos adjetivos los blogs. Todas las historias y anécdotas se cuentan al pobre que no pudo ir. Son los ecos del estupendo concierto de Soda Stereo en Guayaquil.


Un Cerati prodigioso, entregado y comunicativo con la gente, se puso el disfraz de mago. Sacó de su galera conejos y palomas y con su varita mágica de seis cuerdas hipnotizó a todos, bajo la noche bañada por la luna llena. En los intervalos, entre canción y canción, se le notaba algo enojado con los responsables de las fallas audiovisuales. Y al arrancar cada tema, siempre hubo amables palabras introductorias que tuvieron el eco cómplice de sus hinchas.

Ahí, arriba en el ruedo, el virtuoso sacó talento y aplomo para hacernos olvidar de los contratiempos. Su inicial saludo rabioso "!Guayaquil carajo¡" quedará impreso para siempre en la memoria del colectivo rockero ecuatoriano. Esa catarsis, esa limpia, ese borra y vamos de la frase marcó el destino de la velada que se venía degradando por la demora de más de una hora.


Por otra parte, pasados los primeros días del gran evento musical del año en Ecuador, nos damos cuenta que nuestra televisión sigue sin estar en nada. Esperar que sus programas de farándula publiquen un reportaje con un mínimo de decencia acerca del concierto de Soda Stereo era más difícil que pedir a Paloma Fiuzza que se haga entender, aunque para algunos ese detalle no cuenta.

El programa "Vamos con todo" de RTS, del lunes 29 de octubre, empezó con tomas de hace 20 años de los Soda mezcladas con las vacías y "emocionadas" opiniones de los "famosos" miembros de la farándula guayaca al término del espectáculo. Oxigenadas y siliconadas bailarinas del más cursi reguetón se declaraban ante las cámaras que su sueño de ver a los rockeros argentinos se había vuelto real. Comentaristas deportivos decían haberse quedado afónicos de tanto cantar. La noticia del día no fue el concierto. Fue lo que opinaron de éste los figurones, aquellos que siempre están donde van las cámaras.

La segunda noticia del programa del canal oficial de Soda fue más patética: "Sofía Caiché fue al concierto con sus amigos". Lo primero que a uno le viene a la mente es preguntarse ¿quién diablos es esta Sofía Caiché? En la entrevista, la citada habla de su vida, de su pareja, de su profesión, pero nada del concierto. Me entero que es una de las pobres mujeres que cumple el denigrante papel de la montubia pechugona en el cuestionado programa "Mi Recinto". Y entonces me digo "y a mi qué me importa que Sofía Caiche se haya ido al estadio?".

En la sección de Black Box, cuyos tickets costaron la grosería de 300 dólares, se podían distinguir a todos estos tristes ciudadanos que viven del "qué dirán hoy de mi los medios". Lo de Soda fue un evento más para exponerse ante el degradante y trivializado periodismo de farándula. Es casi seguro que no entendieron qué pasaba cuando al final de la canción "Nada Personal", Cerati dejó picando un "gracias..." que fue respondido "...totales" por todo el estadio. Tampoco importaba si apenas conocían partes de una sola canción de las 28 que interpretaron y que para ellos se llama "Ella durmió...".

¿Qué distancia hay entre el mago Cerati y Sofía Caiché? Obvio: un millòn de años luz.

domingo, octubre 28, 2007

Sobredosis de Soda

De la ansiedad contenida por veinte años de ausencia al feliz agotamiento hubo solo unas horas de diferencia.

El decolorado estadio Alberto Spencer, padre de mil batallas futbolísticas durante la segunda mitad del siglo pasado, de los golazos de tiro libre del Chanfle Muñoz o de las atajadas heroicas del Ñato García, abrió sus puertas para convertirse en una babel ecuatoriana al abrigar a cerca de cincuenta mil rockeros de dos generaciones.

Unos nueve mil quiteños, tres mil cuencanos, dos mil ambateños y cientos más llegados de otras ciudades se unieron a decenas de miles de guayaquileños durante la soleada tarde y fresca noche de este sábado 27 de octubre de 2007 para recibir la comunión musical de Soda Stereo, la banda insignia del rock en nuestro idioma.

La imperdible convocatoria perdió algo del brillo anhelado por los problemas técnicos, que retrasaron el espectáculo más de una hora. Un desperfecto dejó al respetable sin las pantallas del circuito cerrado de video, asunto que se solucionó durante la primera mitad del recital. Pero, sobre todo por las fallas de audio que persistieron durante las dos horas y media que les tomó a Soda tocar 28 canciones. Un sonido retumbante que hacía vibrar las cajas torácicas y desgarraba los tímpanos de quienes ocuparon las localidades más caras. Y lo peor: la permanente caída del sonido de la guitarra y la voz de Gustavo Cerati. Cuando de mover con furia las cuerdas o de levantar el volumen de la voz se trataba, desaparecía momentáneamente el sonido.

Ya que estamos en el espacio de los reproches, de los argentinos debemos decir que se percibió cierta frialdad entre ellos. Cada uno ocupó sus impenetrables metros cuadrados y parecieron deseosos de darlo todo por el público, mas no por sus compañeros. No hubo sonrisas cómplices, peor demostraciones afectivas, necesarias para darle mayor fundamento a su regreso. Cabe anotar que, entre las exigencias a los empresarios en el estadio estaba la de que cada uno tenga un camerino privado.

El momento esperado, perturbado por el cansancio provocado por la larga espera, llegó recién a las 9 y 35 de la noche, cuando la luna asomó a un costado y detrás del escenario en la estrellada noche porteña. El estadio se quedó en tinieblas y en pocos segundos empezó a sonar la guitarra de Cerati con el grito de “¡Guayaquil carajo!” –talvez se enteró de la pendencia entre Nebot y Correa-. El show había empezado con “Juegos de Seducción”.

Cerati, Zeta Bossio y Charly Alberty, ataviados a lo ochentero, desarrollaron una rotunda interpretación de sus hits más conocidos, desde “Imágenes Retro” y “Persiana Americana” hasta “Primavera Cero” y “Trátame Suavemente”.

Algunas canciones recibieron algo del maquillaje como el mix de “Zoom-Cuando Pase El Temblor”, que hace diez años, en su primera despedida, le dieron un toque de reggae adicionándole parte de la canción “Tomorrow People” de Ziggy Marley. Bueno, en esta ocasión se les ocurrió terminarlo con las baterías reggaetoneras de “Rakataka”. No quedó mal, por cierto.

Entre las altas cumbres de la velada estuvo la invitación al escenario a Daniel Sais, camarada argentino que les acompañó en sus primeros años para tocar los teclados de “Prófugos”. Otro intervalo trascendente fue el contexto ambiental de la balada “Fue” con miles de celulares encendidos mientras Cerati desentrañaba que “lo más resbaladizo es creernos sin memoria”.

A la hora de las preferidas, me quedo con “Cae El Sol” y “Zona de Promesas”. Será por la sobredosis de las clásicas durante los días previos al concierto o por los veinte años de venirlas escuchando hasta el hartazgo. Por eso, cuando tocaron las más conocidas no las viví con la emoción de las arriba mencionadas.

A la hora de los bises, que fueron dos, llegó el momento de hacerles honor a los músicos de apoyo: Tweety González, Leo García y Leandro Fresco. Imprescindibles y cabales. Para el adiós dejaron “Nada Personal” que terminó con los sintetizadores distorsionados hasta apagarse y sentenciando que todo acabó. Eran los primeros minutos del domingo. La luna estaba ahora justo sobre el escenario. Mientras los Soda se iban en una furgoneta resguardada al hotel, sus miles de incondicionales buscaban un mendigado taxi.

Para una buena parte de los tres mil cuencanos sus naves volvieron a partir. Su alimento fueron las cenizas de una larga noche. Y esta noche fue larga.

jueves, octubre 25, 2007

Cuestión de clase

El parqueadero vehicular del Mall del Río en una tarde de domingo es una especie de termómetro de la cultura de los cuencanos. Centenares de vehículos llenan los amplios espacios existentes. Mientras unos carros buscan sitio, otros tantos los desocupan.

En ese entra y sale se producen, a cada momento, disputas entre los automovilistas por ganar un hueco en el asfalto. Lo “mala gente” brota en algunos conductores; la viveza latina emerge en otros; o, simplemente, la ordinariez endémica de otros tantos chocan con la urbanidad de algunos ciudadanos, pocos por desgracia.

De nada vale esperar con paciencia que un automóvil deje libre un espacio porque, repentinamente, asoma impetuoso otro conductor y se apodera del sitio. Quien aguardaba se queda desconcertado y, por más que reclame al malcriado no habrá cambio de actitud y, hasta es posible, que reaccione agresivamente.

La primitiva respuesta que alcanza a decir el maleducado a quien le demanda una explicación suele ser “porque me da la gana”. Otros atrevidos más violentos se bajan del carro con el ánimo de agredir física y verbalmente al afectado por su grosería. El macho insolente y bruto emerge y hasta termina propinándole golpes a quien se atrevió a reclamarle por su indelicadeza.

Es que así es nuestra sociedad inculta y violenta. ¿Cómo hacerles entender a los incultos y groseros si nunca aprendieron en sus casas o en la escuela? ¿Será por eso que en el exterior nos ven tan mal a los ecuatorianos? De mi parte, seguiré esquivando aquellos sitios masivos donde la descortesía y la ignorancia imperan.

Cuestión de clase cultural, ciertamente.

domingo, octubre 21, 2007

Estéfani, nacida para ser reina

La presencia de una reina ayuda a abrir puertas para la ayuda social. Su belleza física, como adorno, realza los actos oficiales y formales de una ciudad. En los periódicos no puede faltar la foto de ella abrazando a los ancianos y entregando fundas de caramelos en navidad. Son las típicas postales que llenarán las hojas de su álbum de fotos y cuando, pasados los años, recuerde aquel día en que, con una sonrisa, maquillaba su enorme temor a hablar en público para ganar el concurso de la belleza.

El miedo escénico se apodera de uno cuando está frente al público y, por más experiencia que se haya acumulado en aquello de hablar en público, los nervios terminan haciéndonos una zancadilla que, a manera de lapsus, olvidos increíbles o meteduras de pata, lo arruinan todo.

En todo torneo en el que se precia la belleza femenina llega el momento de la verdad: el de responder una pregunta. Las candidatas saben que, luego de esa prueba de fuego, el jurado marcará las diferencias necesarias que definirán a la ganadora.

En la elección de la Reina de Cuenca 2007 el pasado viernes en el incómodo y sofocante Centro de Convenciones del Mall del Río, ese punto de ruptura se marcó tras la ronda de preguntas y respuestas a las candidatas. Antes de aquello, se pudo juzgar su belleza física, su paso por la pasarela o sus atuendos.

Tras ese primer paso, de las ocho cuencanas que mejor desfilaron, Estéfani Chalco Salgado, Estefanía Lloret Delgado y Salomé Vélez Serrano fueron las que mejor impresión causaron.

En una gala transmitida por ETV Telerama, el manejo de tiempos del evento fue ágil y preciso. No hubo momentos de cansancio. Los videos trasmitidos fueron muy bien producidos. Los artistas, los presentadores, el escenario, los juegos de luces y las pantallas cumplieron sin llegar a cansar en ningún momento. Una transmisión impecable.

De todas las respuestas que he escuchado en los torneos de belleza -desde las que vienen con respuesta preparada con anticipación para las inocentes morlaquitas hasta las planteadas a las candidatas a Miss Universo-, la que respondió Estéfani ha sido una de las más brillantes, coherentes, y sinceras. Bastó eso para marcar la diferencia -y qué diferencia- con las demás participantes, según nos confirmó luego el periodista José Toledo quien fue miembro del jurado.

Luego de recibir la corona de la soberana saliente Victoria Jérviz, pude entrevistar a la nueva reina de la ciudad. Fue un diálogo en medio del bullicio y que sirvió para comprobar que estamos frente a una soberana muy bien preparada y que tiene bien definidos sus objetivos de trabajo social. Parecía que entrevistábamos a una persona de una vasta experiencia como un ministro de estado.

Estéfani habla cuatro idiomas (inglés, francés, mandarín y español). Ha trabajado en obras de voluntariado social que la han llevado a Bélgica como nuestra representante. De su padre, el Dr. José Chalco Quezada, ha heredado el amor por la música: toca piano con soltura y ha ganado varios concursos musicales. Estudia en el segundo año de la Escuela de estudios Internacionales de la Universidad del Azuay.

Con estos antecedentes, auguramos que Cuenca tendrá una reina que dejará, luego de doce meses, una huella de buenos recuerdos y ejecutorias. Con toda la vida por delante, Estéfani Chalco, a sus 19, es una feliz realidad de lo que las nuevas generaciones pueden hacer por cambiar las viejas estructuras y mejorar nuestro mundo.

(Fotos tomadas de diario El Mercurio)

domingo, octubre 14, 2007

Para eso son los amigos

Llegar a la cita es menos demorado que en otras ocasiones. En las avenidas y calles circulan contados vehículos. Afuera del edificio multifamiliar solo se percibe la presencia del guardia dentro de su caseta que casi no se percata de nuestro paso. Su mirada esta atornillada a la pantalla de 7 pulgadas y sus oídos están secuestrados por el locutor.

Si no fuera por los autos estacionados en el garaje, uno pensaría que este recién estrenado edificio de ladrillo visto está desocupado. Luego de que se abre la puerta del ascensor que nos deposita en el cuarto piso, se percibe la presencia humana con los sonidos de la narración deportiva que traspasan las puertas de varios departamentos.

Hemos llegado a nuestra reunión de amigos. Después de un rápido saludo, nos sentamos en el sofá porque ya está jugando la selección tricolor su primer partido de la eliminatoria al mundial de fútbol Sudáfrica 2010 ante la "fácil" Venezuela. Con algunos de los camaradas solo nos vemos en estas oportunidades. Con los otros en contados eventos profesionales. Nos une, por sobre la afición deportiva, un vínculo de principios de los noventa labrado en las aulas de la facultad de derecho de la Universidad del Azuay.

Hoy es un buen momento para olvidarse del ¿qué pasará la próxima semana?, del postergado arreglo del techo ahora que vuelven las lluvias, de pagar la inflada tarjeta de crédito de las vacaciones o de tramitar los fondos de reserva del IESS. Pese al atraso, aún se puede participar en la polla. El menos optimista aventura un triunfo de 2-1. Los demás dan diferencias de dos y hasta tres goles.

En la mesa de centro, el prosciutto, los quesos y el baguet se combinan con las gritos contenidos de las jugadas fallidas de nuestros delanteros. La lluvia se encarga de trabar el encuentro que termina por exasperar a los ansiosos que esperamos el gol de Tenorio, Benítez, Méndez o Lara.

En el fría noche quiteña, llega el gol de Rey que enmudece a unos. Otros lanzamos un largo "Chuuuu...". Vienen los reproches: que esa bola Klimowicz la sacaba; que ese arquero está ahí porque tapa en el equipo del Chiriboga; que por qué Suárez le sacó a Lara; que por qué se jugó a esta hora...

Pitazo final. Caras largas. Reproches que llegan a arrancar sonrisas. Que Correa es ojo seco; que esta derrota es a cambio de la refinería en Manabí; o, que vuelvan el Tin y Aguinaga.

El necesario olvido empieza con la aparición de un naipe. El juego del 21 se encarga de exorcizar los demonios que entristecieron -al igual que a 13 millones de ecuatorianos- a este puñado de hombres que pronto recobran la sonrisa y que saben que, por sobre el resultado de un partido de fútbol, más importante es mantener estos lazos de confraternidad.

lunes, octubre 08, 2007

OK maestros

No hay mayor controversia a la hora de elegir el mejor álbum de los noventas. "OK Computer" de Radiohead es una belleza sónica que saca varios cuerpos de ventaja al "Nevermind" de Nirvana o al álbum negro de Metallica. Thom Yorke y sus camaradas de Oxford seducen desde el primer corte. Sus temas suenan a desesperados y sufridos pasajes del brit pop con pinceladas pinkfloydianas.

Armados desde un lastimero piano y que arranca en in-cressendo hasta un final a toda orquesta con decenas de instrumentos -ortodoxos y no tanto-. En este disco está el súmmum de The Beatles en "A Day In The Life" y de "Comfortably Numb" de Pink Floyd.

Hay canciones tremendamente bellas a las que el video les dió más efecto como "Karma Police". ¿Cómo olvidar la paranoica persecución del vehiculo al hombre y viceversa en una carretera aislada en medio de la noche? Miedo, furia, rebeldía hacia el estableshiment laten en el disco.

Melodías majestuosas como "No Surprises", cuyo intro fue sacrílegamente maltratado por la publicidad navideña de una tarjeta de crédito; o, "Let Down", la canción más desesperada de la sinfonía brit.

Pero para llegar a semejante producción, "OK Computer" tiene un antecesor muy ilustre "The Bends", para muchos radiohedianos el mejor cd de todos los, hasta ahora, seis publicados. Y hay razones para pensar en ello. Existe la creencia de que el mejor disco de un músico es el inmediatamente anterior al que el vulgo cree. Si no, veamos algunos ejemplos: "Highway To Hell" de AC/DC es mejor que "Back In Black"; "High And Dry" de Def Leppard le supera a "Pyromania"; o, "A Momentary Lapse Of Reason" de Supertramp destrona a "Breakfast In America".

En "The Bends" saltan y fluyen con más libertad creativa canciones maravillosas como "Fake Plastic Trees", "(Nice Dream)", "Black Star" o "Just" -cada una de ellas se merece cinco estrellas-; y, el mejor de todos los cortes, para mi parecer, es "High And Dry", que gusta más cada vez que se escucha. Es de esas canciones que uno las saborea mejor con cada pasada. Incluso, hay una versión cubana y en español cantada por Lele de la orquesta Van Van, uno de los pocos cóvers que merecen serlo.

Valgan estos apuntes a propósito de la aparición de "In Rainbows", su séptima placa. En su página en internet se podrá bajar el disco a partir de este miércoles 10 de octubre. Una innovadora manera de venderlo sin necesidad de un sello discográfico. La otra gran novedad es que el precio lo pondrán los compradores. Si quieren pueden pagar desde un centavo hasta un tope máximo de 200 dólares. Y es que en el colmo de la indescifrable lógica de Thom Yorke parece ser que su arte musical, a estas alturas de su vida, no comulga con el dinero. Nosotros felices, porque la plata no sobra a la mayoría de rockeros ecuatorianos que pueden pagar algo simbólico por el download.

domingo, octubre 07, 2007

Una mañana de domingo

Es como un estado de gracia amanecer un domingo como este, con un sol radiante que se cuela entre las cortinas. Calienta e ilumina el dormitorio. Abrir los ojos y volverlos a cerrar con una sonrisa mental. Abrazar a la persona que amas y duerme contigo. Saber que bajo tu mismo techo están descansando todos tus hijos. Todo es paz y tranquilidad.

Es como un cuento de hadas de corta duración que se trunca cuando a las 8 de la mañana suena con insistencia el timbre de la puerta. Una voz femenina, desde el intercomunicador, dice "traemos para usted un importante mensaje". Abro la ventana del dormitorio y miro a dos personas. Son testigos de Jehová que quieren compartir su creencia, recordarnos lo pecadores que somos y la ninguna posibilidad de salvación que tenemos si no nos unimos a ellos y sus 144.000 elegidos. Ofrecen una publicación llamada "Despertad" que el único efecto que causó es el de su título: habernos despertado a todos en una brillante y placentera mañana de domingo.

lunes, octubre 01, 2007

Los votos azuayos

¿Votar por Sociedad Patriótica, el PRIAN, los Socialcristianos, el PRE, ID o los mismos partidos de siempre? No. ¿Sufragar por sinvergüenzas vividores de la polìtica o debutantes audaces e incompetentes? Tampoco. ¿Votar por la vieja guardia de la extrema izquierda oxidada? Peor. Las alternativas confluían hacia ciudadanos preparados -como Edgar Rodas o Xavier Abad- que terminaron ahogándose en medio de un mar de neófitos movimientos -frívolos e indiferentes-; o, la lista oficial, la anfitriona de Montecristi.

En Azuay, como en el país, ganó con abundancia Rafael Correa. Podia haber puesto en la lista 35 a cinco candidatos inéditos que el resultado hubiese sido el mismo. Igual pasó con Sociedad Patriótica, el partido populista del momento. Aparte del padre Fernando Vega, los demás asambleístas electos son debutantes en la política, a diferencia de los que hace diez años fueron a la Asamblea: Claudio Malo, Nicanor Merchán, Gustavo Vega y Pablo Estrella, hombres de experiencia que supieron exponer sus criterios y puntos de vista.

Los recién electos dan para la duda razonable por dos razones: a) al contar el gobierno con mayoría absoluta, la nueva Constitución vendrá redactada desde Carondelet y no les tocará otra que contestar los celulares y levantar las manos; y, b) su ingenuidad en las buenas y malas artes de la política, puede volverles fáciles de ser convencidos y propicios a caer en errores.

El padre Fernando Vega es una persona centrada, confiable, experta en temas sociales. Rosana Alvarado es abogada y comunicadora. Fue nuestra alumna valiosa en la UDA. Inteligente, emprendedora y joven. El economista Jaime Abril es una persona amable e irreprochable. La doctora Beatriz Tola se ha destacado en el campo de la defensa de género y de los sectores sociales. Es preparada e ideologicamente es la más izquierdista de los cinco asambleístas azuayos.

Del doctor Rory Regalado -nombre más raro- poco conocemos, más allá de su currículum académico y por sus declaraciones públicas como candidato. Su estigma y, al mismo tiempo, su ganancia vienen de su jefe político: Lucio Gutiérrez.

En la listas nacionales asoma Fernando Cordero Cueva, saltarín de la política que hoy usa la pintoresca camisa del presidente Correa y sale de campaña de brazo con Rosana Queirolo. Es admirable su capacidad para ubicarse entre los polìticos de moda. Del Ehlers del 96 al Correa del 2007, pasando por sus pasados estudiantiles por el MIU (MPD) y los pactos con la "partidocracia" en su alcaldía -ID, DP, PSC, PRE, PK-, hoy marca distancias y se autoproclama ciudadano transparente.

No tuvo vergüenza para abandonar la diputación, ni bien la asumió y por la que tanto gastó y pidiò el voto. Hoy convertido en comensal de palacio y con la única aspiración de volver a la alcaldía de Cuenca, muchos creen -me incluyo- que será uno de los propulsores de la no-reelección de alcaldes y prefectos en Montecristi, con lo cual se quitará del camino y de un plumazo al actual burgomaestre Marcelo Cabrera.

Así las cosas, toda acción vale para volver a sentarse en el mullido sillón de la calles Borrero y Bolívar, hasta aquella de convertirse en besamanos de quien antes criticaba.