miércoles, marzo 28, 2007

¿Qué estás haciendo Lobito?

Un engominado y edulcorado David Burbano garabatea unos pasos de reggaetón cuatro años después de su salto a la fama. En aquel tiempo, el susceptible cuencano con pelaje de metalero rebelde se había ganado el afecto de los ecuatorianos, tras el incidente con su antagonista: el antipático y presumido capitalino.

Hoy, en marzo de 2007, David ha mutado del “Hombre Lobo”, personaje a través del que opinaba en el programa “Primero Lo Primero” de Pablo Guevara en la Súper 9’49, a finales de los noventas; a éste pintoresco y neófito danzarín.

Durante estos años del post-Big Brother, Burbano ha intentado varias experiencias mediáticas en las que la inestabilidad ha sido su hábito. Hasta que llegó a ETV Telerama en donde lanzó el ancla y desde entonces no ha vuelto a su vaivén gitano.

Su aureola también ha perdido algo de brillo, sobre todo en Cuenca, luego de un confuso suceso en el que se negó a realizarse una prueba de alcoholemia tras un incidente de tránsito. En esa ocasión dijo que no tenía dinero para pagar esa prueba y que sufría una fuerte gripe.

Sus enemigos, muchos de ellos gratuitos que no se tragan su facha de marginal, no han tenido escrúpulos para acusarle de todo lo que su aspecto les presupone, reproches sin fundamento, la mayoría de las veces; pero también por simple y malsana envidia.

En Bailando Por Un Sueño, el enmohecido danzarín de seguro no se llevará el primer premio del concurso. Eso lo sabe y lo ha dicho públicamente. En un programa que lidera el rating de la tv ecuatoriana, su deseo es resistir lo más posible, sorprendiendo con alguna locura estilo Gran Hermano, como besar a Juancho, por ejemplo.

Los realitys como éste, con algunas figuras mortecinas que hace rato recibieron el pitazo final de sus 15 minutos, servirán para volver a invocar a esa esquiva dama llamada fama. Necesitados hay muchos, o si no vean a la ex de Paul McCartney, la estigmatizada vampira Heather Mills que también concursa en la versión inglesa de Bailando Por Un Sueño, pese a la prótesis en una de sus piernas.

Así que, Lobo, no te preocupes si no sabes bailar, porque aún hay colores en la paleta de tus locuras y, sobre todo, audiencia que te vea.

martes, marzo 27, 2007

Desalmados

Cada mañana, antes de levantarse y ponerse sus lentes, a don Miguel Tenecela le envuelve una terrible angustia que le oprime el pecho y le quita el aire. Con un nudo en la garganta, apenas sale de su casa del barrio Jesús del Gran Poder, sabe que deberá enfrentar esa amenaza diaria que le viene encima.

Pero el pasado miércoles 21 de marzo, sus temores se volvieron una desgraciada realidad. Subió con el rostro tenso al bus 07-0409 de la empresa Tomebamba que cubría le ruta Miraflores-Parque de la Madre para dirigirse a su trabajo en el CIDAP.

Con su mano temblorosa, latidos acelerados y mirada intranquila entregó una moneda de veinticinco centavos al ayudante o chulío, como se le conoce. Entonces se desencadenó su desdicha. Don Miguel, le exigió el vuelto porque, a sus sesenta y siete años, sabe que la Ley del Anciano –artículo 15- le permite gozar de la exoneración del 50% de las tarifa de transporte.

“Vos no eres de la tercera edad”, le respondió el insolente acomodador. El anciano le dijo que le iba a mostrar la cédula –tal como lo ordena la ley-. Pero al momento de llevar su mano al bolsillo posterior del pantalón, un puñetazo del chulío le impactó de lleno en el rostro, lanzando sus lentes al piso del bus y provocando el reclamo de varios pasajeros contra el cobarde.

La estupidez humana no quedó ahí, cuando un policía que viajaba en el colectivo –representante de la institución a la que le confiamos nuestra seguridad- se rió ante el reclamo del ciudadano y le dijo “mejor siéntese, no le pasó nada”.

Humillado, adolorido y, sobre todo, avergonzado bajó del bus y llegó a la radio para denunciar aquello que ya no aguantaba más y que ese día degeneró en lo abominable.

Así como don Miguel Tenecela, todos los días, miles de niños y personas de la tercera edad son víctimas de los peores desprecios por los buseros y chulíos frente a la indiferencia criminal de las autoridades llamadas a hacerle cumplir la ley.

Todos los días, pequeñitos cargando sus pesados carriles, corren detrás del transporte que, cruelmente, no se detendrá, mientras el chofer “juega” a detenerse y se ríe con el chulío por semejante hombrada.

¿Lo solucionará esto la Asamblea Constituyente en la que muchos confian?

Imposible, porque la primera revolución que debemos emprender los ecuatorianos es la de nuestras conciencias y, por supuesto, la educativa y cultural, de la que la mayoría de buseros y chulíos carece.

Mientras tanto, don Miguel Tenecela deberá seguir lidiando con sus fantasmas del humillante transporte urbano.

domingo, marzo 25, 2007

Vandalia

El distinguido médico que se apuraba a salir a su trabajo, con las prisas diarias y los segundos contados, no podía creer lo que estaba pasando a las siete de la mañana del miércoles 21 de marzo, cuando frente a su casa, un bus estaba cruzado a lo ancho de la calle y no le permitía sacar su auto del garaje.

No había caso, toda la calle Juan Jaramillo, desde la Padre Aguirre hasta la Huayna Cápac, estaba bloqueada por los buses urbanos azules. Pese a los ruegos y explicaciones legítimas, los choferes no le tomaron en cuenta y ni siquiera le respondieron.

El centro histórico había sido estrangulado tras la decisión trasnochada la víspera por la Cámara de Transporte de Cuenca. Una medida de presión para exigir que les dejen pasar por esa calle, mientras los frentistas se oponen a ello. Es decir, un conflicto que puede ser resuelto por jueces o autoridades con la sencilla aplicación de las leyes y ordenanzas, pero, sobre todo, por el sometimiento de las partes a la legalidad. Ni los buseros son los dueños de las calles de Cuenca, ni los habitantes de la Juan Jaramillo, que también amenazan con cerrar la vía, son privilegiados como para que no pase una sola linea de buses.

Pero no, lo que aquí impera es la ley del más fuerte, del más bruto, del prepotente e intocable. Los hechos consumados sobre los consensos. La fuerza sobre la tolerancia. La inseguridad jurídica sobre la jerarquía de las normas. El grito destemplado sobre la civilidad. En fin, el tumulto delirante sobre la razón.

Han pasado cuatro días de semejante conducta primaria y ¿dónde están las autoridades municipales o de la gobernación del Azuay para sancionar semejante irracionalidad?

El oscuro círculo de la barbarie se cierra cuando ningún ciudadano se atreve a presentar ante la fiscalía, una denuncia; porque saben que irá a extinguirse, para siempre, en un arrinconado y apolillado archivo.

Los que creen que la Asamblea Constituyente solucionará todas estas agresiones están equivocados. Ese espejismo que nos venden nuestras autoridades dejará de ser una fantasía cuando cada uno de nosotros, en nuestro interior, empecemos cambiando de actitud; y, uno de esos cambios empieza por respetar las leyes. Así de simple.

Con razón, un querido amigo cuencano que hoy vive en Quito, me pregunta, al referirse a Cuenca, cada vez que hablamos por teléfono, “¿cómo va Vandalia?”.

martes, marzo 20, 2007

El burrito Ortega nos dice lo que somos

El jueves 15 de marzo, el diario Extra, el más vendido del país, publicó en su sección deportiva una caricatura de Ariel Ortega, jugador de River Plate, con una botella en la mano, orejas de burro, las mejillas y la nariz coloradas, los ojos desorbitados a medio cerrar y las onomatopeyas "¡Hick! ¡Hick! ¡Hick!". El pie del dibujo dice “El “Burrito” Ortega jugará unos cuantos minutos en Quito, pero sin trago”. La intención de provocar una sonrisa entre los lectores ecuatorianos fue proporcional a la irritación que padecieron los rioplatenses.

¿Por qué el tratamiento de los problemas con el alcohol es tan diferente para los medios de comunicación ecuatorianos y argentinos?. Porque en otros países más civilizados cuando algún personaje decide someterse a una cura de sus excesos, recibe el apoyo de toda la sociedad que van desde el afecto hasta los deseos de recuperación para que vuelva a ser lo que fue. En Ecuador, en cambio, es objeto de burlas, desprecios u olvidos.

Cuando Ariel Ortega confesó su enfermedad, recibió la más amplia solidaridad, expresada, no solo por sus compañeros de equipo, sino por todos los futbolistas de su país a través de muchos medios; los hinchas con las pancartas que exhibieron en el estadio Monumental; y, por la sociedad en general.

Pero acá, el vicio del alcoholismo está tan arraigado que lo tomamos como algo normal, común y, lo peor, una declaración de libre albedrío, un asunto de valientes, rebeldes y voluntariosos; es decir, lo aceptamos como un estilo de vida.

Es el padre que inicia al hijo, casi niño, a beber sus primeras copas. Es el compañero más pilas del colegio el que obliga al nerd a pegarse la primera borrachera; y que cuando llega a la casa, pálido y vomitado, su padre apenas le reprende porque a él también le sucedió lo mismo. Es la tienda del barrio a la que le puede faltar todo menos un amplio stock de trago de toda marca, color, grado y variedad. Es el espacio más privilegiado de la camiseta del Deportivo Cuenca, equipo emblema de la ciudad “más culta del Ecuador”, ocupado, desde hace muchos años, por marcas de bebidas alcohólicas que se disputan, cada diciembre, esa patente permisiva. Son las fiestas con “barra libre” –léase borrachera general-, en donde las licoreras se asemejan a los "dealers" que regalan a los jovencitos los primeros toques de la droga. Son las masivas campañas publicitarias que identifican el consumo de esta droga con bienestar, belleza, status, amistad, vida, raza superior, alma. Son los concursos, eventos deportivos y culturales –entre ellos de la misma Unión de Periodistas del Azuay (UPA)-, también patrocinados por este veneno. Al final de cuentas, todos levantamos los hombros porque no hay familia ecuatoriana que no cuente por lo menos un adicto. Por eso y mucho más, el alcoholismo es un estilo de vida de nuestra comunidad.

Pero también son los huérfanos y viudas a los que les cuesta media vida recuperarse anímica y económicamente. Son las esposas maltratadas que viven en silencio amargo sosteniendo su remedo de matrimonio. Son los padres y su dolor infinito a los que el idioma español no inventó una palabra como huérfano o viudo para retratarlos. Son las enormes cuentas que al Estado le cuesta la educación, horas no trabajadas, hospitalizacion, tratamientos y mortuoria. Son los muertos y mutilados en calles, carreteras y hospitales; cifras nada más, números fríos para las estadísticas y punto.

Por eso, cuando el Extra publicó el garabato ofensivo, la mayoría de ecuatorianos lo tomó con gracia; un chiste que arrancó sonrisas. Al final de cuentas esa caricatura refleja lo que somos. ¿O no?

lunes, marzo 19, 2007

Little Miss Sunshine, la última ilusión de los perdedores

Cuando Kurt Cobain decidió despedirse de su mundo cruel, algunos pensaron que el trono del planeta rock lo iba heredar un melenudo cantante salido de la escena indie que había alcanzado el éxito comercial con “Loser”, una canción que habla de lo que un gringo común nunca desearía ser: un perdedor.

Beck Hansen, o solo Beck, repite frases como “Im a loser baby, so why dont you kill me?” (Soy un perdedor nena, ¿por qué no me matas?). Hoy, catorce años después, nadie ha podido aún reemplazar al icónico jefe del grunge, mientras que Beck se ha extraviado en placas experimentales e intimistas que le han desconectado con el gran público amante de nuevos superhéroes.

Que a alguien de nosotros nos digan “perdedor” quizás no nos provoque mayor aflicción. Pero en el despiadado capitalismo estadounidense ese término es uno de los más ofensivos y encarnecedores. Esa es la razón por la que Beck canta con sarcasmo a todos los demás que nunca ganan en la eterna competencia de la vida.

En la película Little Miss Sunshine, indie para variar, se enfoca este asunto en una familia de perdedores. La comedia dramática acaba de ganar los Oscar al Mejor Guión y al Mejor Actor Secundario (Alan Arkin, el abuelo). A excepción de Olive (Abigail Breslin), la inocente y primaveral niña de 7 años, los desilusionados Hoover representan a los diferentes tipos de losers de la sociedad gringa: el abuelo drogadicto y pornógrafo; el tío homosexual no correspondido y desempleado; el hermano tímido, mudo por decisión y nihilista; el padre fracasado y obsesionado por triunfar; y, la madre preocupada y abatida por todos los problemas.

Little Miss Sunshine es una película de carretera; una comedia-aventura a bordo de una furgoneta Volskwagen destartalada en la que la familia viaja mil kilómetros al concurso de belleza de la cautivadora Olive, la menos disfuncional de los Hoover.

Aunque el final moralista no guste a algunos que esperarían un cierre más realista o menos hollywoodiano, cabe resaltar escenas que le dan belleza a la película:

a) El silencio solidario y el brazo de Olive en el hombro de su hermano Dwayne.

b) Los gestos cómplices del abuelo y Olive, ensayando para el concurso de belleza.

c) El baile casi erótico de Olive de la deliciosa canción “Superfreak” de Rick James, frente a sensualizadas niñas monstruosas.

Si las películas tratan de dejar una moraleja, en Little Miss Sunshine, esa es aquella en que solo la comprensión de las debilidades y problemas y la comunicación familiar pueden hacer llevadero este camino de la vida para los perdedores, o sea, para casi todos nosotros.

¿Y Usted ya la vió?

domingo, marzo 18, 2007

Tránsfugas

Una cámara de Teleamazonas pilló a un puñado de diputados suplentes de la oposición a la salida de una reunión con funcionarios del gobierno en una hostería de Puembo, a las afueras de Quito. Llenos de vergüenza, cubrieron sus rostros con sus manos, manteles o carpetas, tal cual lo hacen los delincuentes capturados y que son presentados públicamente por la policía.

A los dos días, Lucio Gutiérrez, en el colmo de la desfachatez política, se quejó de la compra de conciencias de varios de sus legisladores que, desde entonces, no le contestan los celulares y acusó al manoseado “hombre del maletín” como único culpable de tan terrible acontecimiento.

Lo que Gutiérrez no entiende es que él también es tan responsable, como el gobierno, por la deserción de sus reservistas. Semejante tipo de corrupción, para perfeccionarse, requiere tanto del corruptor –cohechador- como del corrompido –cohechado-.

Cuando se reúnen las directivas de los partidos o movimientos para elaborar las listas de sus candidatos, los nombres de los suplentes son, por lo general, rellenados con los que proponen los titulares. Gente de confianza, familiares y hasta deslustrados personajes se ubican detrás del primero.

Así, ha habido casos como el de Luis Almeida –hoy en Sociedad Patriótica-, que fue relevo de su esposa; o, de varios Bucaram del PRE que también se han camuflado detrás de los principales.

La compra de conciencias es uno de los crímenes políticos más graves y más comunes que cuenta nuestra historia. Desde el recordado “clavijazo” como se llamó al acto por el cual, en la recién inaugurada democracia, a inicios de los años ochenta, el diputado cañarejo Ezequiel Clavijo se pasó públicamente a lado del gobierno, inaugurando la era de los cambios de camiseta; hasta el reciente “mantelazo” de los suplentes, los ecuatorianos hemos sido testigos asqueados de estas trapacerías.

¿Por qué seguimos cayendo en estos repugnantes lugares comunes? La respuesta pasa por el nivel de educación en valores de la mayoría de nuestros representantes que llegan a las alturas del poder con las consignas del “¿cuánto hay?”, del toma y dame, del chantaje, de la figuración personal y del abuso del poder en todas sus formas, porque después de esta oportunidad, es posible que no haya otra.

Los ecuatorianos seguiremos mandando a tanto inmoral, insulso, charlatán y farandulero al congreso mientras no se cambien las condiciones que la ley de elecciones exige para tener la calidad de auténticos representantes.

¿La Asamblea Constituyente podrá remediar semejante desvergüenza? Tal parece que no, porque para ser asambleísta, el único requisito es haber cumplido 20 años de edad. Nada de exigencias académicas dice el estatuto. Y es que no estamos eligiendo la directiva del barrio. Estamos escogiendo a los ciudadanos que van a redactar una nueva Constitución y con todos los poderes.

Con el escaso tiempo que habrá para conocer a los candidatos, no es difícil creer que los ecuatorianos terminemos cometiendo los mismos errores del pasado, es decir, eligiendo a una mayoría de los mismos estúpidos, ladrones y tránsfugas de siempre.

lunes, marzo 12, 2007

Cuencanos eclipsados en Bogotá (parte 3 y final)

La ansiedad contenida por más de media vida para muchos de los asistentes, tuvo su recompensa a las 7 y 17 de la noche del viernes 9 de marzo de 2007 en el espectacular escenario montado en el Parque Simón Bolívar de Bogotá, cuando un elegante y largo caballero canoso, nacido en Cambridge, Inglaterra e hincha del Arsenal, arrancó su concierto con la potente y explosiva “In The Flesh?”, provocando un griterío general que a momentos opacaba el perfecto sonido.

Brain Damage

Los primeros momentos fueron de locura colectiva. Una especie de “¡no puede ser cierto lo que estoy sintiendo Dios mío!” Fue por la contundencia de la canción acompañada del video en la pantalla de altísima definición; las explosiones, pirotecnia y efectos a cargo de F/X, la empresa que, entre otros, ha producido las ceremonias de apertura de los Juegos Olímpicos, el Mundial de Fútbol y efectos especiales para Hollywood y Las Vegas; y, el sonido envolvente Surround que copa los cuatro costados del parque. Si por esta histeria se acabaron algunas neuronas y se lastimó la garganta, la excusa fue justificada.

A continuación, les presento el video que lo capté desde mi celular:

Casi enseguida llegó “Mother” para apaciguar el estado casi demencial de muchos impactados. Y luego, la más añeja de todas “Set The Control For The Heart Of The Sun” acompañada de los primeros videos de Pink Floyd en blanco y negro.

Tras los saludos, con “polla" en la mano, en un español muy precario, Mr. Waters se enfiló hacia “Shine On Your Crazy Diamond”, con coro cantado nuevamente por la audiencia, mientras el espíritu de Syd Barrett rondaba el parque.

Siguió con la energética “Have A Cigar”, hasta que las lágrimas brotaron y los celulares se marcaron para llamarle a algún ser querido y decirle “escucha esto es para ti” cuando empezó “Wish You Were Here”, mientras levantaron sus brazos para acercar más el sonido al móvil. Otros, en cambio, entre sollozos optaron por el silencio y el recuerdo de algún ser querido que ya no está en este mundo, pero que si viviera, seguro hubiese estado ahí. La seductora y dramática melodía se convirtió en el segundo climax de la noche.

El video de la canción mírelo usted mismo:

Arriba en el escenario, seis instrumentalistas y tres cantantes acompañaron con la precisión milimétrica que exige un perfeccionista como Waters. El concierto fue perfecto en todo sentido: artístico y técnico. La sincronización entre intérpretes, video, sonido y pirotecnia comulgó con el cielo despejado y el público entregado por completo.

Speak To Me

Después les tocaron a los temas más waterianos: “Southhampton Dock”, “The Fletcher Memorial Home” y la bella balada “Perfect Sense” de “Amused To Death”, en la que el video de un submarino lanzando misiles nos introdujo en el segmento político de la noche. Entonces Roger habló en su inglés británico para presentar una de las canciones más comprometidas que ha escrito: “Leaving Beirut”. Presentó este largo tema contando una historia de cuando tenía 17 años y había viajado a Líbano. La canción toca el obsesivo asunto de la guerra y vapulea al militarismo norteamericano, británico e israelí, al tiempo que un video animado con la letra de la canción acompañó este cuento gráfico. Ha sido la canción más controvertida de su gira y la que le ha valido críticas cuando la ha cantado en Estados Unidos e Israel. (A continuación, vea el video de la presentación de este disco).

Sin embargo, la mayor controversia política se dio enseguida con “Sheep”, cuando por un costado del escenario se elevó un cerdo de diez metros de largo y sobrevoló el parque pintado con mensajes como “El patrón Bush visita el rancho de Colombia”, “Libre al fin”, “Paz-Colombia”, “Devuélvanle la tierra a la gente” y “Kafka tenía razón”. En el escenario tronaron los gritos alargados de Waters y las fotos de Bush se mezclaron con las de Bin Laden y Stalin, entre otros. Los gritos al unísono de la gente contra el hombre más poderoso del mundo provocaron el tercer climax cuando el chancho fue soltado y se perdió por los cielos bogotanos. (Ver el video de "Sheep).

La primera parte llegó a su fin con la audiencia extasiada cuando el bajista de Pink Floyd anunció la pausa de 15 minutos para volver con el plato fuerte de la noche: The Dark Side Of The Moon de principio a fin.

Breathe

En este tiempo para tomar un respiro y ordenar las ideas, un grupo de cuencanos nos reunimos para comentar la maravilla a la que estábamos asistiendo como una especie de privilegiados y escogidos para visitar este edén fugaz e inolvidable. Las lamentaciones fueron para los que no pudieron venir a esta peregrinación a La Meca rockera. Mientras las dilucidaciones de tanta belleza nos llevó a hablar en voz alta, una enorme luna copó la pantalla y los sonidos retumbantes de los latidos del corazón, a través de los parlantes ubicados alrededor de la gente, anunciaron que habíamos ingresando al lado oscuro de la luna.

The Dark Side Of The Moon

No se puede aportar más a los elogios de una obra perfecta de la música que lleva este título y de la cual tanto se ha escuchado, hablado y escrito. Pero si podemos hablar de lo que fue vivirla en concierto.

Debo escribir en primera persona porque, a excepción de “Money”, todo lo demás lo admiré en silencio y al borde de la catarsis espiritual. A momentos tomándome la cabeza con las manos, a ratos abrazando emocionado a Ofelia y a ratos callado y estático, disfrutándolo, solo eso, disfrutándolo.

Capítulos aparte merecen señalarse para el mejor momento del sonido envolvente que lo puso “On The Run”, tres minutos y medio de locura instrumental, donde los sonidos brotaron de todas partes en una versión un tanto diferente a la original. Fue como estar en un gigantesco home theater. “The Great Gig In The Sky” fue un transporte a otro mundo. “Money” puso a todos a cantar, mientras “Us And Them”, esa balada psicodélica con efectos de eco, elevó las emociones hasta el espacio sideral.

Con “Eclipse” se cerró esta magnifica y perfecta ópera rock cantando todos “I’ll see you in the dark side of the moon”. Al mismo tiempo, en lo más alto del escenario, un prisma brillante, símbolo del álbum conceptual más vendido de todos los tiempos, proyectó un haz del arco iris que viajó tocando a los asistentes que lo recibieron a manera de comunión con los brazos en alto. Si la primera parte tuvo momentos cumbres, esta segunda fue un nuevo y muy, muy largo apogeo.

“Roooger, Roooger, Roooger” fue el coro de veinte mil gargantas que pedían y sabían que había más.

El único bis trajo “The Happiest Days Of Our Lives” y a Rogelio presentando personalmente a un coro de niños de la Alianza Educativa de Bogotá que cantaron con todo el parque “Another Brick In The Wall”. Despedidos los niños con un beso afectuoso, el bajista, pocas veces visto como ahora de muy buen humor, enfiló hacia sus tres últimas composiciones: “Vera”, “Bring The Boys Back Home” y el delicioso postre de “Comfortably Numb” que volvió a arrancar lágrimas de felicidad y tristeza, sentimientos encontrados porque cosa tan buena llegaba a su fin y por la belleza y espectacular ejecución de la canción.

Las luces se apagaron y tras una larga ovación, el músico se despidió cometiendo su único error. En su destartalado español dijo: “Y finalmente, feliz cumpleaños maestro Gabriel García Garcés”. Risas y perdones para decirle adiós, al filo de las 10 de la noche, al culpable de tanta felicidad.

Any Colour You Like

Caminar unas diez cuadras acompañados de una amable pareja de jóvenes hasta encontrar un taxi; compartir con Sebastián, un educado y afectuoso joven de 19 años, estudiante de la Universidad Javeriana, pinkfloydiano como todos los que fuimos; y, haber sentido el calor y la cultura de los bogotanos fue el cierre de este periplo que esperamos contarles a nuestros nietos, algún día, como una de las cosas más bellas que hemos vivido.

Al día siguiente, en el cuarto de preembarque del aeropuerto, uno a uno llegaron los cuencanos con un pocas veces visto chuchaqui feliz. Algunas frases capturadas fueron las del Buho Domínguez: “Puedo morir en paz”; de Martín Cobos: “Esto valió cada dólar que me costó”; o, de Cuky Ordóñez, el empresario que llevó a un grupo: “Después de esto, acepto propinas”.

En lo personal, no hemos podido encontrar las palabras exactas para expresar lo que sentimos en realidad. Solo escribiendo esta larga nota nos liberamos de esa ansia de querer contarlo. Otra cosa es haber estado ahí y durante casi tres horas haber sido eclipsados por quien ha formado parte fundamental de nuestras vidas.

domingo, marzo 11, 2007

Cuencanos eclipsados en Bogotá (parte 2)

La mañana del viernes 9 de marzo de 2007 en Bogotá, sorprende a más de un centenar de cuencanos; la mayoría de ellos amanecidos en algún antro, Una llamada a sus cuartos de parte de los guías turísticos les recuerda que los están esperando. Muchos, tratando de recuperar fuerzas para el concierto de la noche, deben realizar un esfuerzo para acicalarse y, medio somnolientos, subir al bus que los lleve al city tour.

Time

Bogotá se extiende por una enorme sabana rodeada de montañas. Se fundó 19 años antes que Cuenca. Tiene más de 7 millones de habitantes y en estos días se preparaba a recibir al presidente norteamericano George W. Bush, por lo que la presencia policial y militar era impresionante.

El bogotano es muy amable y colaborador con los visitantes. Por su dialecto, uno puede pensar, en principio, que está conversando con un amanerado. Pero no, esa es la jerga del residente en la capital colombiana.

Al salir a las calles una de las primeras impresiones para el ecuatoriano es la inmensa cantidad de taxis modelo Atos: pequeños, económicos, rápidos y nuevos. El tráfico es un dolor de cabeza -¿y en dónde no?- para sus autoridades, pese a contar con un nuevo sistema de transporte con carrilles preferentes.

Para llegar del norte, la zona donde se alojó la delegación cuencana, al centro de la ciudad, nos tomó más de una hora, que sumada al atraso de los malanochados, conspiraba con los planes de algunos que esperaban pasar por un mall antes del concierto.

El Museo de Oro es impresionante. Miles de piezas precolombinas toman sentido cuando el guía sabe comunicar. Y en este caso, por suerte, el nuestro fue muy bueno. Luego, la caminata por el centro histórico, el monumento a Bolívar, la catedral, el edificio de la Corte de Justicia (me vino a la mente el asalto sangriento, hace dos décadas del movimiento M-19), el Congreso, el Palacio presidencial de Nariño, donde nos advirtieron que no se podía caminar por la vereda, en demostración de respeto al presidente y como medida de seguridad. Por supuesto, nada de fotos. A esta altura del tour, muchos rockeros apáticos se habían esfumado del grupo.

El apremio por el tiempo escaso que restaba se acentuó con la inútil parada de media hora en una tienda de esmeraldas que terminó por impacientar a los que quedaban. Sobre la una de la tarde visitábamos la emblemática y acogedora Quinta Bolívar, donde pasó varias temporadas el libertador venezolano junto con la quiteña Manuela Saenz durante el siglo XIX.

Dos y quince de la tarde, sin almorzar y con algunos que no tenían entradas a Golden o Platinum que eran numeradas, obligaron al bus a ir directamente al Parque Simón Bolívar, con otra hora más de viaje, comer algo al paso y buscar una buena ubicación.

Money

El costo de las boletas, como las llaman los colombianos, fue prohibitivo para la gran mayoría de los pinkfloydianos. Muchos se quedaron con las ganas porque no pudieron reunir los 85.000 pesos (40 dólares) que costaba la lejana localidad de General. Ni se diga con la Preferencia que costaba 165.000 pesos (75 dólares); Platinum que llegó hasta a 370.000 pesos en las boleterías (175 dólares); y, 490.000 las Golden (275 dólares).

Si alguien tuvo tiempo para comprar algo en un mall, como el Unicentro, igual se dio de bruces con los elevados precios. Por ejemplo, un jean americano no vale menos de 80 dólares; y, los acreditados productos textiles colombianos tenían precios mayores a los que se encuentran en los almacenes ecuatorianos.

Para ir a un buen bar o restaurante había que llevar muchos pesos. Una hamburguesa y una cerveza en el Hard Rock de Bogotá cuesta 15 dólares y una gorra 20 dólares.

On The Run

Correr o caminar rápido fue la alternativa para llegar a las puertas del Parque Simón Bolívar. Los anillos de seguridad de la policía cerraron el paso de vehículos a varias cuadras, peatonizando las avenidas circundantes. Entre el sitio en el que nos dejó el taxi y el de nuestro asiento debió haber unas quince cuadras.

El clima estuvo de nuestro lado. Si bien se sintió el frío bogotano, tampoco llovió. A la hora del concierto pocas nubes cubrieron la ciudad.

La organización fue cosa seria y muy profesional. La policía se desplegó por el sector externo, mientras que cientos de jóvenes con chalecos amarillos guiaron, ayudaron y ubicaron a cada asistente, siempre con amabilidad.

Las camisetas conmemorativas literalmente se volatilizaron. En pocos minutos se acabaron todas para despecho de muchos que se quedaron con las ganas de comprarse ese recuerdo.
Ya adentro, los cuencanos se reencontraron para sacarse fotos y compartir anécdotas del viaje. (En la foto superior, Foco Calderón y los hermanos Correa López: Boanerges, Pablo y Pepe).

En el enorme escenario resaltaba la pantalla de 28 por 18 metros en la que se miraba un viejo radio sobre el que descansaba un avión de juguete, una botella de whisky llena hasta la mitad y un vaso con la bebida. (ver foto).

A las 18h15, por los altoparlantes se anunció la lamentable noticia de que el músico colombiano Chucho Merchán, quien había tocado con David Gilmour y The Who, no abriría el show; pero también confirmaba que Roger Waters estaba listo para salir al escenario a las siete y quince de la noche.

Canciones de Tom Petty y Bob Dylan se emitían desde los parlantes, mientras muchos se reunían en grupos, cuencanos incluídos, para peguntarse, entre otras cosas, si lo que veían en el escenario era una foto de alta definición o una valla de publicidad del whisky cuya botella se exhibía.

La incógnita se despejó con una enorme sorpresa. A las 19h16 una mano perezosa apareció en la pantalla, empezando a mover el dial del radio, mientras sonaba un pedazo de “Dancing Queen” de ABBA, para quedarse con “Hound Dog” de Elvis Presley. Se trataba de la pantalla de leds más grande que haya venido a un tour en Latinoamérica.

El efecto provocó una enorme admiración de todos. La energía contenida por toda una vida, se desató para recibir al gran “Rogelio Aguas”.

(Continuará)

sábado, marzo 10, 2007

Cuencanos eclipsados en Bogotá (parte 1)

Es sábado 10 de marzo. Nos sentamos a escribir esta nota, bajo el calor del hogar y al regreso de la peregrinación a Bogotá, en donde más de cien cuencanos abordamos la nave psicodélica de Roger Waters rumbo al lado oscuro de la luna. La siguiente es la historia:

Us And Them

Compartir un viaje en grupo es altamente entretenido. Así resulta al menos durante la ida. Sesenta de los setenta pasajeros del retrasado vuelo de Aerogal del jueves 8 por la tarde a Quito íbamos a ver en vivo a Waters. Saludos y la misma pregunta “¿Vos también vas al concierto?”. Los grupos de amigos o parientes entrecruzaron comentarios de lo que se va a presentar al día siguiente. Las rosas, con las que la azafata recibió a las mujeres por celebrar su día, sobraron ante la exigua presencia femenina. Ya en Quito nos encontramos con más cuencanos que iban en Avianca al país vecino. Además habían otros que viajaban el mismo día del evento. Después del demorado paso por migración, esperaba el vuelo de una hora diez minutos que nos depositaría en la capital colombiana.

The Great Gig In The Sky

Ni bien se apagaron los avisos de abrocharse los cinturones, varios de los viajeros sacaron a flote una de las características que definen al morlaco: su afición al alcohol, que empezó a fluir por el pasillo del tubo volador a 30.000 pies de altura. Cuky Ordóñez, empresario turístico, invitaba whisky solo al grupo a su cargo. Así les había prometido cuando les vendió los viajes.

Una de las presencias más notorias, sobre todo por el alto volumen de su voz fue la de los hermanos Correa López: Pablo, Pepe y Boanerges que se encargaron de canalizar la comunicación. Más adelante, iba un trío de entrados en canas y fogueados en lides rockeras, Tilico Carrasco, Carlos Salazar y Gardo Flándoli. Y más allá, Manuel Vega y familia. Atrás se ubicaban los más relajosos y ocurridos. De pronto, cundió el pánico entre los cuencanos: alguien leyó en diario El Tiempo de Colombia que se había decretado la ley seca hasta el domingo por la llegada de George Bush a Colombia. La necesidad, madre de la imaginación, provocó la idea de proveerse de trago a través del duty free del avión y hasta otro pasajero que dijo “siendo así, mejor nos regresamos”.

Llegados al aeropuerto internacional El Dorado, pasados los filtros, aliviados y aclarados por los guías turísticos de que no hay ley seca, los cuencanos fueron repartidos en varios hoteles y, muchos de ellos, aprovecharon para perderse por los inumerables recovecos que ofrece la vida nocturna bogotana. El siguiente día esperaba con el supremo motivo de su visita: Roger Waters en el enorme parque Simón Bolívar, presentando The Dark Side Of The Moon.

(continuará)

martes, marzo 06, 2007

Vuelve la pasión, vuelven los Héroes

Cuando se encontraban en el cenit de su carrera se presentaron en Cuenca, a mediados de los noventas, los Héroes del Silencio, por entonces, una de las bandas más importantes de Europa. Demasiado, quizás, para una comunidad tan pequeña como la cuencana.

Los afiches que anunciaban su gira “Avalancha” inundaban las calles de la ciudad. Un desentendido turista europeo no podía creer que aquello ocurra en una casi escondida ciudad de los andes americanos, a la que, hasta entonces, solo llegaban artistas latinoamericanos en decadencia.

Lo que no sabían mucho era que los Héroes, para entonces, arrastraban a miles de seguidores y fanáticos del rock bien interpretado, gracias, hay que decirlo, a la única radio que los promocionaba: la Super 9'49. En nuestro país se presentaron primero en Quito, en el coliseo Rumiñahui, ante cuatro mil personas. Luego vinieron a Cuenca, con seis veces menos de población que la capital de la república, lo que no era buen augurio para los empresarios organizadores. Pero no, fueron más de seis mil los asistentes que vibraron con la fuerza expresiva de Búnbury y los suyos.

Más de diez años después de ese concierto en el Coliseo Mayor, todavía sus asistentes tienen fresca la memoria del inolvidable momento que pasaron: ese frente a frente con el explosivo grupo que estremeció con su poderoso sonido y el show aparte de su dramático cantante. “Héroe de Leyenda”, “La Chispa Adecuada”, “Entre Dos Tierras”, “La Herida” o “Iberia Sumergida” fueron sus éxitos más coreados.

¿Cómo un flaco pálido y melenudo puede sacar ese tremendo vozarrón y lanzar semejantes exclamaciones? -recuerdese aquella "¡Avalaaanchaaa!-, ha sido una de las preguntas que siempre me he hecho.

En la pista del coliseo, en cada canción había un grupo de rockeros, pequeños de estatura, vestidos de negro, alcoholizados o drogados –que es lo mismo-, casi no vieron el recital. Se abrazaron y se empujaron entre ellos con la mirada hacia el suelo. Vaya forma de disfrutar el evento.

Dos horas de descarga rockera. Canciones coreadas por los asistentes. Un botellazo que pasó silbando a Búnbury. Bis y otro bis. Para los Héroes quizás fue un concierto más de su agitada expedición que dejó el nombre de Cuenca inscrito en el posterior álbum en vivo “Parasiempre”.

Al día siguiente, era sábado. El único vuelo salía a las nueve de la mañana. Llegaron al aeropuerto Mariscal Lamar en una furgoneta blanca del Hotel La Laguna. Se bajaron rápidamente. La mala noche se dibujó en sus caras. Con mi grabadora en mano pude sacar unas cuantas palabras a Búnbury, Juan Valdivia y Pedro Andreu, además de un autógrafo en el disco “Avalancha”. Se metieron en la sala VIP y se fueron.

Hoy en 2007, una década después de su separación, la noticia de su “come back” ha vuelto a conmover a sus discípulos. Por el momento, serán diez conciertos por Latinoamérica y España. Las entradas que empezaron a venderse el primero de marzo, se agotaron en pocas horas.

¿Si vienen a Ecuador? O mejor, ¿a Cuenca? A estas alturas no depende tanto de los empresarios. Sino de los propios Héroes. Solo ellos escogerán sus escenarios después de su prolongado período sabático. La misma pasión, la misma avalancha y la misma leyenda están garantizadas. Crucemos los dedos.

domingo, marzo 04, 2007

La televisión pública, una posibilidad cierta

Para los que estamos hasta la coronilla con las vulgaridades que nos presentan Maritere, Marián o Mariela; para los que no soportamos un segundo novelas tan bobas como "Gata Salvaje" o "Rebelde"; para los que estamos hartos de tanto brujo-estafador que roba aprovechando su charlataría; o, para quienes no aguantamos a Johnatan Carrera con su prosa necrofílica, el proyecto de televisión pública que quiere llevar adelante el presidente Rafael Correa, suena a antídoto ante tanta mediocridad que hoy impera en la tv nacional.

Juan Pablo Vintimilla, periodista de Diario El Tiempo, nos visitó para preguntarnos acerca del proyecto de televisión pública ecuatoriana que el mandatario quiere concretar en los próximos meses. Nuestros comentarios fueron publicados en la edición del día sábado 3 de marzo de 2007 del matutino cuencano. He aquí una transcripcion:

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Uno de los primeros anuncios de Rafael Correa, tras posesionarse como Presidente, fue la creación de un canal de televisión pública para el Ecuador, según su versión con el propósito de originar una televisión distinta, educativa principalmente.

Dos periodistas locales que analizan esa alternativa la consideran importante siempre y cuando el estatuto que lo rige y las personas encargadas de su administración sean profesionales independientes de cualquier influencia política.

Para el periodista Jorge Piedra Cardoso, ex presidente de AER, la necesidad de una televisión pública es cada día más evidente ante la pobreza de contenidos de la televisión comercial y la farandulización de sus espacios.

Piedra sostiene que una televisión pública debería orientarse a educar, informar y entretener, pero con propuestas frescas, contenidos que ayuden a la formación de las audiencias. Según su versión, la televisión británica, BBC, y la reestructuración que está haciendo Televisión Española son dos ejemplos claros de que una televisión del Estado puede ser independiente e incluso en ocasiones ser crítica del Gobierno.

Rosana Encalada, vicepresidenta del Colegio de Periodistas del Azuay, la televisión pública es la gran oportunidad que tiene los medios de dar un giro completo a sus contenidos y a ofrecer trabajos de calidad, no obstante advierte la necesidad de que se mantenga alejada de grupos de poder no solo político, sino económico.

Para Encalada una eventual estación de televisión pública debería orientarse a difundir programas de interés social y educativo, además que, dice, sería el lugar ideal para que productores independientes preparen proyectos alternativos y los planteen.

Ambos coinciden en que los encargados de dar forma a la propuesta deberían ser los periodistas, las universidades y los organismos culturales del país, de manera que se elabore un estatuto que garantice su independencia, pero sobre todo la supervivencia de ese medio y sus propuestas frente a los cambios de Gobierno e ideologías.

En lo que no coinciden los dos periodistas es en la forma de solventarse, para Encalada la posibilidad de crear un impuesto que la subvencione es la alternativa más oportuna “de esa manera la gente se apoderaría del medio y demandaría imparcialidad”, dice.

Por su lado Piedra asegura que ni la cultura tributaria de nuestro país, ni la economía están preparadas para asumir ese tributo, por lo que la mejor alternativa sería que se solvente comercialmente, como los otros medios, pero acepta que en un inicio es probable que trabajaría a pérdida.

Otros críticos y periodistas, como César Ricaurte columnista de El Universo, o Carlos Vera en una columna de opinión en El Comercio, se han manifestado favorablemente sobre la propuesta de Correa. Todos han coincidido en la necesidad de dejar de lado la influencia partidista de éste o de futuros Gobiernos.

Opiniones desde la BBC

Desde el miércoles pasado dos periodistas de la cadena pública británica BBC, Matías Zibell e Iscar Blanco, visitaron la ciudad para dictar una charla sobre periodismo a los alumnos de la Universidad del Azuay y para grabar dos programas en los estudios de Antena Uno.

Consultados por este Diario, los periodistas se refirieron a la posibilidad de un canal público en Ecuador, desde su experiencia dentro de una de las cadenas públicas más prestigiosas e independientes del mundo, la BBC.

Blanco es el que más de acuerdo está con el proyecto, él asegura que todo dependerá de las personas que estén encargadas de la planificación y concepción del proyecto. Una agrupación de periodistas ecuatorianos de trayectoria es a su criterio la mejor opción para dirigirlo “todo depende de que aprendamos a diferenciar lo público de lo gubernamental”.

Según Blanco, el éxito de la BBC se ha originado gracias a la independencia mantenida desde el inicio con el gobierno británico, “muchas veces lo hemos criticado y ciertamente han habido intentos de influir en los contenidos, pero un sólido estatuto lo ha impedido”, dice.

A criterio de Zibell, el contexto político de América Latina impediría la creación de una estación televisiva pública que no se convierta en una herramienta propagandística, “todo dependerá de la apropiación que tenga la gente de ese medio y lo dispuesta que esté a exigir independencia”.
(JPV)