Acabamos de volver de la Asamblea anual de la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión, AER, en la cálida Bahía de Caráquez. La asistencia masiva de 250 concesionarios de frecuencia constituyó una sorpresa por la lejanía del lugar.
Aparte de las elecciones, en las que ganó inobjetablemente el manabita Lenín Andrade con el 86 por ciento de los sufragios, la preocupación de la gente que hace radio está centrada en las nuevas tecnologías que se avecinan.
Desde que asomó la radio, por lo menos dos veces han vaticinado su muerte. Primero cuando se popularizó la televisión y luego con la llegada del disco compacto, el vhs, el dvd y ahora el i-pod.
Hoy se vuelve a tratar el tema con el advenimiento de la radio satelital prepagada que tiene la ventaja de la calidad de sonido digital y la ausencia de los avisos comerciales. En Norteamérica es un negocio en plena expansión: por diez dólares mensuales y con la compra de un receptor que anda por los cien dólares, las cadenas Sirius y X-Radio acaparan una audiencia cada vez más alta. Mientras tanto, la radio analógica perdió en los últimos años el trece por ciento de sus oyentes que han migrado a la nueva tecnología.
El contraataque de la radio convencional acaba de anunciarse bajo la premisa de que el futuro de la radio tradicional es la digitalización. Las grandes cadenas norteamericanas acaban de anunciar su acuerdo para, en los próximos meses, lanzar masivamente la transmisión digital que supone mejorar la calidad de sonido, tanto de AM como de FM, a las mejores medidas de calidad.
Pero hay más. Se podrá reutilizar la misma frecuencia para emitir hasta cuatro programaciones diferentes al aire, lo cual se convierte en un desafío para los radiodifusores, que ya no tendrán una radio, sino cuatro, pero para la misma audiencia.
Por ahora, los costos son altos, tanto de los transmisores, como de los radios receptores -500 dólares-. También se registra otro problema: el consumo de baterías con esta nueva tecnología es demasiado alto, lo cual obliga a buscar soluciones técnicas más económicas.
La mudanza puede durar seis o siete años, según los expertos. Hay que sumar a esto los tres o cuatro años que tardará en llegar y posicionarse en Ecuador, con lo que creemos que para el año 2016 estaremos viviendo a plenitud esta nueva realidad de la radiodifusión.
Para los agoreros que creen, por tercera vez, en la muerte de este medio, estamos seguros que se frustrarán otra vez. Y es que hay dos vigorosas razones establecidas desde que nació la radio hace más de cien años: el bajo costo para el consumidor y la localidad o proximidad con el oyente.
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