domingo, marzo 26, 2006

La tragedia aérea en Cuenca y la responsabilidad de informarla

Los días viernes, por lo general, la intensidad informativa suele ser menor que los otros días de la semana laborable. Sin embargo, en el de este 24 de marzo de 2006 fue un caso atípico, lleno de noticias trascendentes.

Las previsiones indicaban de la protesta en las calles de los industriales en contra de los paros y a favor del TLC –con posible contramarcha-; la visita del vicepresidente de la república, el flamante ministro de gobierno y otros secretarios de estado más, para inaugurar la estación de peaje. Sin embargo, estas notas quedaron rezagadas a un segundo plano por la tragedia aérea de ATESA.

A las once en punto de la mañana, después de casi 23 años se volvía a suscitar un accidente aéreo en Cuenca. Un amigo nos llamó desesperadamente a las 11:01:47 según registra nuestro celular y nos dijo desesperado: “¡Un avión se cayo sobre La Llantera!”.

Por la credibilidad que le tenemos a quien nos comunicaba hubiésemos enseguida informado a través de la radio semejante noticia. Pero, nuestra reacción fue esperar unos minutos hasta confirmar el dato, tomar un celular adicional y salir rápidamente hacia el parque industrial.

Con la radioemisora nos comunicábamos por interno con nuestro compañero Aníbal Zumba a quien le indicamos que no podíamos informar nada porque, mientras nos acercábamos a la zona no veíamos humo ni escuchábamos sirenas.

Al llegar al sector pudimos ver a algunas personas desde el sector de Quinta Chica que miraban hacia la fábrica de llantas. Al llegar ahí, había un patrullero de la policía y detrás de nosotros empezaban a acercarse sirenas.

En ese momento empezamos a transmitir en vivo. Eran las once de la mañana con doce minutos y nuestro primer dato fue bastante vago pero también tranquilizador: algo había ocurrido en la fábrica de llantas por la llegada de las fuerzas de socorro y la policía pero no se observaba humo ni señales de incendio.

Enseguida pudimos confirmar con entrevistas a ciudadanos que habían sido testigos visuales de la caída de una avioneta monomotor sobre las instalaciones de la empresa.

Las noticias empezaban a fluir y darle más precisión a la tragedia. En los estudios de la radio se hacía indagaciones acerca de la identificación de la aeronave. El dato que nos dieron en el aeropuerto indicaba que era una Cessna Caravan que viajaba de Cuenca a Macas.

Nuestra preocupación era en esos momentos tranquilizar a los oyentes y a la ciudadanía en general, pues teníamos datos de los obreros que ratificaban que ninguno de ellos había sido afectado en su salud. Entonces pudimos ver la salida de los primeros heridos que habían ocupado la nave de ATESA.

Durante todos esos largos minutos, nos tocó ser el único medio de comunicación que transmitía en directo este evento y bajo esa responsabilidad asumimos la misión de repetir los datos que moderaban la situación: era una avioneta de ATESA con doce ocupantes que viajaba a Macas, no se incendió al precipitarse sobre La Llantera, no habían afectados entre los obreros y empleados de la enorme fábrica.

Después de las doce del día, recién llegaron al lugar colegas de otras radios. Para entonces, habíamos informado con muchos pormenores acerca del accidente, buscando, por sobre todo, la fidelidad a través de fuentes como los bomberos, médicos, obreros, funcionarios y autoridades que llegaron a la zona siniestrada.

Durante las siguientes horas, algunos colegas hablaban de tres muertos como algo confirmado, cuando los bomberos, como única fuente directa, se mantenían con una cifra de heridos, pero no de fallecidos, pues no llegaban aún a conectarse con la parte media y posterior del fuselaje. Quizás el afán de la primicia les llevaba a algunos de ellos a profetizar la suerte de las víctimas atrapadas en la nave.

A las dos de la tarde nos retiramos del lugar. Se habían recatado nueve heridos de los catorce ocupantes. Quedaban los pasajeros atrapados en la zona más afectada. Al final ninguno de ellos sobrevivió. Cuatro habían muerto instantáneamente al impacto de la nave con un muro de la fábrica. El otro murió en manos de los bomberos, víctima de sus graves heridas.

Un acontecimiento como éste debe servir también a los periodistas, especialmente a aquellos que nos toca transmitir en directo a ser muy exactos, a consultar fuentes confiables y, sobre todo, a actuar con responsabilidad social. Es preferible no ser el dueño de la primicia a caer en la mentira o la exageración.

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