El momento más duro de todos los días, lo vivo a la cinco de la mañana con cinco minutos, al sonar la alarma del Nokia. Con pies de plomo y semidormido me levanto. Son los segundos más largos y pesados de la jornada. Lo primero que me llega a la mente es el agradecimiento a Dios por el nuevo día y la promesa de “ser justo, no hacer daño a nadie y vivir honestamente”. Pasada la vicisitud solo es cuestión de alistarse y salir a la radio para arrancar con el saludo, el dato de la temperatura y todas las noticias a partir de las seis. Es la pasión de todos los días.------------------------
Justo un día antes de la entrega de premios Kevin a lo mejor de la radiodifusión y televisión cuencana, Ricardo Tello, editor de Diario El Tiempo, me envió una invitación a leer su blog Periodismo Por Dentro sobre periodismo, desde una óptica muy nuestra.
Le escribí acerca de su artículo referente a los premios y reconocimientos que reciben los comunicadores y le comenté que estaba de pleno acuerdo con su opinión de que no se debe practicar nuestra profesión con el objetivo de ganar concursos o ser galardonados. Nuestra misión va más allá de ese aceptable criterio que, al final, resulta ser individualista. De ahí entonces que, por sobre todo, siempre debemos estar al servicio de la sociedad y los más necesitados.
La primera paradoja de esta nota se revela cuando el viernes 16 de diciembre, al día siguiente de este comentario, gané, por tercera vez consecutiva, el premio al Mejor Locutor de Noticias, en la tercera entrega de los Premios Kevin. Debo confesar que no lo esperaba porque ya me lo habían otorgado las dos ocasiones anteriores (1999 y 2003); y, por la reconocida calidad profesional y trabajo desplegado por los otros nominados: Gustavo Cardoso, Hugo Guillermo, Luis Vintimilla y Fernando Valencia.
Desde el proscenio, aproveché la asistencia de tantos comunicadores en el Salón de la Ciudad, para promocionar la Ley Orgánica de Transparencia de la Información Pública, LOTAIP, herramienta efectiva para combatir la corrupción. Terminé agradeciendo el ejemplo de mis padres y el apoyo de mi familia.
Cuando regresaba al asiento de la sala, estreché las manos de los amigos que se acercaron a felicitarme, la complacencia de mi esposa Ofelia y de mi hija María Cristina. Entonces se me reveló la segunda paradoja del día, la de las cinco y cinco de la mañana de todos los días, con esta de las diez y veinte de la noche del viernes 16 de diciembre de 2005.
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Para nuestra empresa radial fue una jornada fructífera la de los premios Kevin. La revelación se llevó Andrés Romero (muy justa, por cierto); la radio más creativa fue Super 9’49 (premio muy esperado); locutor comercial para Patricio Orellana “El Cuervo” (excelente voz y pronunciación); “Bunbury” se ganó el premio al mejor alumno de la Academia de radio. También destacamos a Mariela Ramos y Leonardo Guillén nuestros compañeros de la emisora que ganaron en categorías de televisión. Finalmente se reconoció la trayectoria de Carlos Ochoa, Gustavo Peralta y de mi madre Martha Cardoso de Piedra.

