No se necesita ser un "politólogo" para saber que la preparación académica para actuar en el Congreso Nacional de Luzmila Nicolaide y Gabriela Pazmiño es inversamente proporcional a su habilidad para entretener al pueblo más inculto y rústico.
El problema es más grave aún. Porque detrás de su imán ramplón, producto de la nula educación política de la mayoría de los ecuatorianos, llegarán, a causa del arrastre, descalificados individuos, opulentos aportantes de dudoso origen o la ambiciosa e incógnita parentela.
Estos se encargarán de arrasar, con su indecencia y voracidad, los cargos públicos; de convertirse rápidamente en comensales de palacio y, con el paso de las semanas, autoproclamarse "independientes" para servirle al gobierno de turno.
No importa si son dueños de prostíbulos, si provocan escándalos en el exterior o si manejan borrachos por las calles del país. Ellos son "los honorables legisladores" que les colocarán a sus carros las placas de bronce del H. Congreso Nacional del Ecuador para que ningún policía de tránsito les detenga.
Esos tapados llegarán el 5 de enero remolcados por las faranduleras. Lo peor de todo es que, desde acá en Cuenca, poco o nada podemos hacer para que eso no suceda.
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