domingo, enero 21, 2007

El lado siniestro de la globalización

Cuando a principios de 2003 Nokia anunciaba el lanzamiento de su nuevo teléfono, el 3650 con cámara de video, nadie se imaginaba lo que sucedería cuatro años después.

Entonces fue toda una novedad para quien estuviese dispuesto a pagar alrededor de 600 dólares. Hoy, no solo que el precio ha bajado hasta cinco o seis veces menos, sino que ha convertido a sus cientos de millones de usuarios en periodistas espontáneos y a otros en actores y cómplices de crímenes.

Pasajeros del metro de Londres que filmaron las primeras escenas después de los atentados terroristas; paseantes chinos que grabaron las primeras tomas luego de un fuerte terremoto en Hong Kong; o, turistas españoles que captaron las primeras imágenes del atentado de ETA en el aeropuerto de Barajas a través de sus teléfonos portátiles; demuestran la importancia enorme que este aparato representa para el periodismo actual.

Sin embargo, los límites de la moderación y el buen gusto se borran cuando vemos las imágenes de la muerte de Sadam Hussein insultado por sus verdugos, colgando pesadamente en la horca o luego con su cabeza torcida noventa grados y su cuello sangrante. Google Video, que acaba de comprar el popular You Tube por 1.500 millones de dòlares, indica que los videos del ahorcamiento del líder iraquí han sido vistos por más de quince millones de personas.

Pero hasta aquí el lado comprensible o tolerable de los videos de los celulares, para usar términos blandos de lo que hemos anotado. En estos días hay otras novedades que inquietan a más de uno:

En varios colegios de Cuenca circulan y se envían por los celulares de las y los estudiantes videos que muestran la salvaje decapitación de un rehén norteamericano en Iraq. ¿Conocerán las autoridades de estos planteles o los padres de familia sobre este asunto?

En algunos colegios de Madrid, España, escolares se cruzan videos de una golpiza a un indigente. En EE.UU., colegialas filman la paliza a una compañera del high school y el video lo comparten con sus amigas.En Huaquillas, a tres horas de Cuenca, cinco alumnos del colegio Remigio Gómez violan a una compañera de 16 años frente a la cámara de un celular. A los pocos días venden los cds del atroz abuso a diez dólares la copia y cobran 50 centavos el traspaso a otro celular. Hoy están acusados de explotación sexual, además de violación.

En cualquier local o zaguán donde se venden películas, discos y softwares piratas se pueden conseguir desde videos repugnantes como el de la profanación del cadáver del notario José Cabrera, o de las más incalificables y aberrantes prácticas sexuales y hasta de las llamadas películas “snuffs” –videos grotescos y mòrbidos que recopilan imágenes fatales y reales de asesinatos, suicidios o accidentes-.

Lo peor de todo es que estas películas se venden a menores de edad con todo el descaro que la impunidad de las autoridades permite.

¿Se puede hacer algo por controlar estas pústulas de la sociedad ecuatoriana? Demos los primeros pasos. Denunciemos a los pervertidos que distribuyen y venden estas películas libremente en las calles; y, controlemos los contenidos que miran nuestros niños y jóvenes, empezando por revisar su celular.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Debemos tomar muy en cuenta aquellos cybercafes que tienen las cabinas privadas uqe sin ningun control son alquiladas a menores de edad, el otro día fui a un sitio de estos y era impresinante los links en el escritorio para acceder a estos lugares... no esta para nada bien que ciertos degenerados operen libremente dejando este tipo de accesos con la complicidad de los dueños de estos locales......