Ella fue dejada a los pocos días de nacida en la puerta de la catedral de Cuenca justo el Día de las Madres de 1983. La adoptaron buenos padres. Hoy es una simpática estudiante universitaria y su vida promete mucho. Pero tiene esa gran necesidad existencial de localizar a sus progenitores o, al menos, a su madre natural.
“No tengo mucha información y simplemente mi deseo es encontrar a mi madre y a mi padre, si es posible. Yo no tengo ningún rencor contra ellos. Lo único que quiero es encontrarles, saber quienes son”, dijo frente al micrófono con voz a momentos entrecortada y al borde de las lágrimas.
“Es una necesidad de identidad, de saber quien soy, de donde vengo, es algo que lo he sentido en todos estos años”, continuó. Mientras tanto, observé a mis compañeros de la radio al otro lado del vidrio. Estaban abstraídos e impactados por el tema. Me imagino que los oyentes estaban igual de inmersos y emotivos.
No tiene resentimiento al decir: “quiero creer que mi madre me dejó en la iglesia esperando que yo tenga mejores días. Lo único que sé es que fue en mayo de 1983 en la catedral, un segundo domingo de mayo”.
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