viernes, febrero 23, 2007

Con Delfín hasta el fin de sus 15 minutos de fama

Un grupo de jóvenes aniñados de Guayaquil delira y se divierte ante un indígena de Chimborazo que canta y baila la canción del tecno folclor andino “Torres Gemelas”. Lo contrataron por 750 dólares para un concierto privado en una de las mansiones de la exclusiva ciudadela La Puntilla de Samborondón. Es Delfín Quishpe, o simplemente Delfín.

A él lo conocieron no precisamente por medios convencionales como la radio o la televisión, en donde, hasta ahora, no tiene mayor espacio en nuestro país, sino a través de You Tube, la web gratuita que permite colgar a cualquiera videos, desde lo más casero hasta trailers de las películas del momento.

Ahí, los webmasters de la página www.estrellasecuatorianas.com colgaron, desde el pasado primero de diciembre, el videoclip en el que cuenta la historia de una enamorada que muere en el World Trade Center. Desde entonces, su video simplón, que combina imágenes del 11-S de fondo mientras él canta y baila un ritmo alegre, ha sido visto más de seiscientas mil veces.

Cuando lo observé por primera vez, casi me morí de la risa. Es que un tema tan dramático es tratado con total desenfado (la música es alegre, casi infantil, para empezar); la canción no rima; la letra, aparte de las terribles fallas gramaticales, tiene la frase tragicómica “sé que te quedas ya sepultada en los escombros de Torres Gemelas”; el video es un insulto para cualquier realizador –ni siquiera hay concordancia entre audio y representación; y el mismo Delfín se presenta vestido casi como un payaso, con sombrero vaquero y traje blanco de cuero con enormes letras que hacen alusión a su nombre y al Ecuador.

¿Cómo explicar entonces su fenomenal éxito en Internet? Me atrevo a decir que la canción y el video son tan malos que finalmente llegan a ser algo bueno o llamativo, con lo cual cumple uno de los mandamientos kitsch –y lo de Delfín es eso, ciento por ciento-.

O como dice un bloguero: el éxito de Quishpe es por una maldición que consiste en que quien ve el video le comenta a un amigo y éste, llevado por la curiosidad, lo mira y le cuenta a su vez a otro amigo, produciéndose una interminable cadena.

“Delfín hasta el fin”, dice su slogan, ha combinado su afición a la música con las ventas ambulantes en Guamote, el pueblo que lo encontramos a mano izquierda, cuando terminamos de atravesar el desierto de Palmira, rumbo a la sierra norte. Este puede ser el antecedente que justifica su puerilidad e ingenuidad frente a cualquiera que se sienta herido por el video.

Sin embargo, la parte negativa de todo esto no está en la calidad artística, sino en las repercusiones y comentarios racistas que ha generado Delfín, lo que afirma, una vez más, cuánta xenofobia existe y se propaga por Internet.

Ahora bien, entre Britney Spears, las Spice Girls, Paris Hilton, RBD, Rebelde o como se llamen los patéticos mexicanos; o Delfín Quishpe, me quedo con el nuestro. Al menos él escribe las canciones, aunque nos causen mofa y se le nota un poco más auténtico. Al final, si hasta estoy pensando en pasar “Torres Gemelas” a mi i-pod, para reirme de la vida y de mi mismo. La frase que más gracia me causa es la que me sirve para cerrar este blog: ¡No puede ser… Noooo! ¡Ayayayyy!

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