Se llama Norberto Flores. Llegó a la radio una mañana de lunes de junio. Debe tener alrededor de los cincuenta. En sus manos llevaba fotocopias de deseperados avisos de la desaparición de su hija Ana Paulina de 18 años de edad. Pidió ayuda para encontrarla. Habló en el programa Micrófono Abierto y contó que ella había venido a Cuenca para presentarse al llamado de matriculas de la Policia. Su último contacto había sido la mañana del viernes anterior cuando le llamó para contarle que había llegado bien y estaba lista para presentarse.
A partir de ese momento, ninguna otra llamada. Ninguna señal de vida. En Quito, él y su familia entraron en desesperación la tarde de ese viernes. Al día siguiente estaba en Cuenca buscándola. El lunes, en medio de las lágrimas pedía información y ayuda para localizarla. Nos comprometimos en transmitir los avisos durante varios días, por supuesto, sin ningún costo.
Hace pocos días nos llegó una carta con buenas noticias. En la misma, el señor Flores nos contó que encontró a Ana Paulina y nos recordó que había acudido a nuestra emisora en busca de ayuda para poder encontrarla. Nos dice, "ustedes no dudaron. Su ayuda fue muy importante para dar con el paradero de nuestra hija".
Al final de la carta, dejaba constancia de su "eterna gratitud y agradecimiento" y nos augura éxitos en nuestra labor.
Comunicaciones como esta, de un hombre sencillo del que posiblemente nunca más sepamos de él, son, de largo, mucho más gratificantes que las alabanzas de cualquier autoridad que uno escucha frecuentemente. Esa sencilla carta del señor Norberto Flores la guardamos como un recuerdo imborrable y como el mejor de los reconocimientos.
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1 comentario:
Saludos por ese tipo de reconicimientos...el mejor reconocimiento del periodista es su trabajo...
Ricardo Tello
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