martes, mayo 01, 2007

La muralla del sol escondido

La tarde de este martes primero de mayo, unos cincuenta cuencanos y turistas, con cámaras de fotos y algunos trípodes instalados, esperaban, con cierta impaciencia, ver “Grafías” del cuencano Juan Pablo Ordóñez, una de las tres obras ganadoras de la novena Bienal de Cuenca.

Su exposición depende del clima y de la hora: debe hacer sol y en el horario de cuatro a seis de la tarde. El astro debe impactar sus rayos sobre las ventanas polarizadas y espejos cóncavos y convexos de colores instalados en las casas ubicadas en la calle Hermano Miguel, produciendo una serie de reflejos en la centenaria fachada oriental del muro del Monasterio de Las Conceptas.

Desde la semana pasada, cuando se inauguró la Bienal, los cuencanos han esperado la ocasión propicia para mirar la obra triunfadora inspirada en el ciclo solar andino. Pero, todas las tardes anteriores el esquivo sol hizo trueque con la lluvia aguafiestas, postergando la exhibición.

Este martes fue diferente. La tarde despejada auguraba buenas noticias. Sin embargo, a esa hora, cinco en punto, la acumulación de nubes en el occidente y unas cuantas gotas amenazaban con arruinarlo todo, otra vez.

El mismo Juan Pablo Ordóñez, con gorra verde, cámara de fotos, lentes y pequeña chiva se impacientaba por el arisco sol. Caminaba hasta la esquina de Hermano Miguel y Presidente Córdova para ver hacia el este por qué, si estaba despejado, no llegaban los deseados resplandores.

Cuando la impaciencia amenazaba con una nueva postergación, de forma súbita brilló el sol, proyectando sobre la blanca muralla la creación plástica y provocando, por unos tres minutos, nada más, el mágico momento. Como dice Khalil Gibran: “Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”.

El tiempo fue suficiente para lanzar los clicks de las fotos y luego felicitar al autor, que nos dijo que son los vecinos de esa calle a los que hay que agradecerles, porque renunciaron a una buena parte de la luz natural al permitir colocar sobre sus vidrios, el papel polarizado de colores que permiten estas manchas de colores y que provocan reflexiones muy personales en quienes las observan.

La obra estará ahí por un año. Así que si alguna de estas tardes está soleada a las 4 y 30, vaya por el Monasterio de Las Conceptas, póngale cámara lenta a su ajetreo diario, cómprese un helado de mora frente a las Catalinas o unos dulces cuencanos en la tienda "El Suspiro" y déjese llevar por las “Grafías” de Juan Pablo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estas son la bondades del arte...expresar la belleza a traves de la vision del artista, de ser el artista el que nos descubre a traves de su vision la belleza, pero ojo resaltando la belleza!!!!.(No como el afiche de los "mecos").