domingo, octubre 29, 2006

La Reina Victoria si tiene quien le escriba

He leído las notas de Rodrigo Matute (Hoy) y Juan Pablo Vintimilla (El Tiempo) acerca de la elección de la Reina de Cuenca, acto al que asistí y que me motiva a escribir sobre el tema. Rodrigo hace una nota interpretativa al afirmar que la nueva soberana Victoria Jervis recibió con frialdad su triunfo; mientras que Juan Pablo se sustenta en una entrevista a la ganadora en la que expresa todo lo contrario.

Por mi parte, lo vi de otra manera: me dió la sensación de que fue la candidata que mejor manejaba el escenario, la que mejor caminaba y mejor resistencia -física y psicológica- demostraba cuando tenía que soportar los larguísimos minutos de pie y ante la mirada de todos. Fue la más desenvuelta, la menos acartonada o nerviosa al momento de responder la pregunta de rigor. De hecho, creo que hubo candidatas más bonitas y que la ganadora no calza en el biotipo -hoy en off- que ha caracterizado a casi todas las reinas de Cuenca. Hay que ver también que en el jurado no había un solo cuencano. Sin embargo, Vicky, como le dicen sus amigas, tiene una belleza especial o exótica, si se quiere. Por eso creo que ganó.

La virreina Pamela Ugalde, favorita para algunos con los que he conversado, se quedará con las ganas y tratando de contentarse con el casi. Cuando la mencionaron, alzé la mirada hasta donde estaba su barra: quedaron helados, estáticos y sin reacción pese al segundo lugar. Bien me decía una vez, el mil veces campeón y otras mil veces vicecampeón, tercero o cuarto, Daniel Roura: el segundo es el primer perdedor.

Contar la verdad de las cosas es el oficio del periodista. No es ninguna novedad. Pero a mis alumnos de Ética y Legislación de la Comunicación siempre les digo que esa verdad es muy subjetiva. Para comprobarlo, los estudiantes hacen un ejercicio común: todos asisten a un evento programado -por ejemplo un espectáculo público- y deben escribir una nota informativa de lo que vieron. Nada más. Anotar horas, cifras y cualquier detalle relevante.

Los resultados son sorprendentes. Hay diferencias entre uno y otro. Hace dos años les tocó cubrir acerca de la presentación del cantante mexicano Alejandro Fernández. Había incompatibilidad con la hora de inicio, el orden de las canciones, el final, el ambiente, el número de asistentes y, sobre todo, con los graves incidentes previos que derivaron en varios lesionados graves y aplastados.

Quizás por ser novatos les falta aguzar el sentido de la precisión. Pero no lo creo tanto. Basta ver las páginas de sucesos de los diarios de cada día y compararlas. Las diferencias están a simple vista. Lo peor de todo es que nadie es culpable. Como seres únicos y diferentes a los demás vemos, sentimos, en definitiva, vivimos cada acontecimiento de una manera diversa, finalmente subjetiva. Humana al fin.

1 comentario:

Ricardo Tello Carrión dijo...

Creo que hay una forma de aproximarse a la verdad, de ser más precisos, y tiene que ver con el género que utilicemos: escribir una noticia fría, sin elementos de ambiente, puede desembocar en el hecho de tener una nota con datos similares: el día tal se eligió a la persona cual como Reina de Cuenca. Asistieron tantas personas, etc, etc.
Lo otro sería una crónica. Acá juega mucho la percepción del autor de la nota: utilizará más o mejores recursos literarios. Influirá su estado de ánimo, su posición con respecto a este tipo de eventos -no quisiera estar en el pellejo de los reporteros de farándula-.
Miguel Angel Bastenier dice en su Blanco Movil, que una noticia es como el mundo visto desde una nave espacial, un reportaje es el mundo visto desde un aeroplano, pero una crónica es el mundo visto desde un paracaídas.
Por eso, personalmente optaría por una crónica que obviamente llevaría mi firma, y tendría mi visión y mi sello personal, y luego los lectores sabrían que así Ricardo Tello percibió el evento. La firma es una condición indispensable en este ejercicio, claro que los elementos informativos que integran la famosa y anacrónica pirámide invertida, no variarían.