
Algo inusual ocurrió en varias radios de Cuenca este miércoles 8 de noviembre de 2006.
Que se pongan de acuerdo para ceder sus espacios y, en cadena, permitir que otros periodistas que no son de su medio participen de una entrevista, no es fácil.
A más de esto, el invitado era Rafael Correa, candidato finalista para la segunda vuelta electoral, quien soporta una agenda más allá de ajetreada -se había acostado en Quito a las dos de la mañana y levantado a las cinco para tomar el primer vuelo a Cuenca-.
El acostumbrado retraso -Correa venía de una rueda de prensa en el aeropuerto-, alargó el inició del programa hasta las 07h50. La cita fue en el local de Radio Ondas Azuayas y los periodistas entrevistadores fueron Gustavo Cardoso, como anfitrión, Fernando Valencia de Radio Splendid y quien escribe esta crónica, por Radio La Voz del Tomebamba.
Llegó acompañado de un numeroso grupo de asesores, seguidores locales y periodistas de otros medios. Saludos, flashes y lámparas encendidas. Correa pidió un café apenas tomó asiento. En la cabina solo quedaron él, los periodistas y unos cuantos asesores. Un silencio un tanto largo fue roto por la locuacidad del político, quien nos dijo entre en serio y en broma "hay tensión en el ambiente ¿ah?". Y la verdad sea dicha, no hubo tiempo para romper el hielo, asunto esencial para arrancar una entrevista.
A Rafael Correa se le nota el cansancio. Pero no tanto como para decir que está abatido o fatigado fisicamente. Es más visible el agotamiento anímico. Lo pude percibir, porque en las otras dos entrevistas realizadas a él en los últimos tres meses le observé jovial, optimista , triunfante y hasta exultante. Ahora lo vi más reservado, menos abierto. De ahí, su primer comentario acerca de la tensión previa a la entrevista.
Por sorteo, me tocó arrancar con el diálogo advirtiéndole acerca de la decepcionante campaña que nos ofrecen los dos finalistas y de la percepción de que frente a las encuestas que favorecen a Noboa, da la idea que esto se parecía más bien a una preparación para su segunda cruzada electoral. Y de ahí en adelante, fluyeron las preguntas, la mayoría de ellas pidiendo explicaciones sobre temas como la dolarización, la campaña, los planes de vivienda, las contradicciones con declaraciones anteriores, entre otras.
Medios de comunicación: Reformar leyes que protejan el honorUn asunto que no quedó claro fue acerca de su trato con los medios de comunicación. Dijo que, en vista de que no hay medios sancionados por lo que "irresponsablemente publican", debe reformarse la ley. Le indiqué que las leyes penales no sancionan a las instituciones, sino a las personas y que, por lo tanto, no se pueden clausurar medios de comunicación por lo que se publica en ellos.
Parece que el economista debió decir que simplemente se apliquen los procedimientos que en esta materia existen (Juicio por Delitos contra el honor en el Código Penal o Juicio por Daño Moral en el Código Civil); aunque, claro, con la inseguridad jurídica existente, casi ningún difamador termina condenado. Entonces, el problema no es la falta o el endurecimiento de las leyes, sino su precaria sanción.
El Tribunal inquisidorLos requerimientos que planteamos los periodistas fueron frontales y aclaratorios, ninguna pera en miel, es cierto. Al punto que, al promediar el encuentro, Correa manifestó su incomodidad con la "inquisidora" interpelación que no le permitía exponer sus planes. A lo mejor pensó que, en vez de preguntas francas y directas, se le pondría una guitarra al frente para que cante y cuente chistes, como ha venido ocurriendo en otros encuentros radiales.
A mi turno le dije que nuestro deber es trasladar a él las preocupaciones que manifiesta el ciudadano y que no existía ninguna actitud perjudicial de nuestra parte hacia él, palabras que fueron respaldadas por Gustavo Cardoso.
La entrevista duró una hora. Al finalizar pude percibir en el candidato un cierto descontento. Los amigos que escucharon me han indicado, en su mayoría, que fuimos frontales y que las respuestas fueron esclarecedoras. Otros, allegados a Rafael Correa, me han reclamado porque se pareció a un interrogatorio muy riguroso e inclemente.
Finalmente, creo que fue necesario. Si ganó o perdió votos, no es nuestro problema. Lo que si debo distinguir es que, un encuentro de estos con Álvaro Noboa es imperioso, aunque casi imposible. Y es que el magnate tiene mucho que perder.
Estimado lector, me gustaría y agradecería conocer su opinión, sobre todo, si Usted escuchó este encuentro.