De los testimonios que he recabado, al parecer la historia va así: una señora que conocía al chico le quiso ayudar a encontrar la mochila olvidada en la furgoneta escolar. Al no poder ubicar el vehículo, lo llevó a su casa y con un joven le mandó a dejar en la casa del tío del menor. Fin de la historia.
miércoles, diciembre 06, 2006
Sociedad del miedo
Después de escuchar la nota del rapto de un niño de seis años de la escuela fiscal Ezequiel Crespo, liberado cinco horas después, me he puesto a pensar acerca de su autenticidad. ¿Secuestro express? ¿Plagio? ¿O una simple confusión?
Hay cosas que en esa historia no calzan como, por ejemplo, el papel que jugó la policía con la familia y hasta con los directivos del centro educativo; o, si al final fue un secuestro frustrado, nunca hubo una petición de dinero para así calificarlo.
De los testimonios que he recabado, al parecer la historia va así: una señora que conocía al chico le quiso ayudar a encontrar la mochila olvidada en la furgoneta escolar. Al no poder ubicar el vehículo, lo llevó a su casa y con un joven le mandó a dejar en la casa del tío del menor. Fin de la historia.
Sin embargo, un relato de estos nada tiene de noticiable, si no fuera por la alarma generada por cuatro casos de secuestro registrados en el Azuay en este año, según datos policiales; y, en especial por el reciente de un empresario liberado a los dos días del plagio.
En el magnífico documental “Bowling For Columbine”, Michael Moore sugiere que el miedo es el arma ideal que utilizan los medios de comunicación para, en principio, capturar las audiencias, pero, sobre todo, para manipular a la sociedad.
Recién nacidos abandonados en basureros, “dulces sueños”, “paquetazos”, robos, asaltos, violaciones, entre otros, llenan las páginas de la prensa, todos los días. Pero la pregunta que quizás nos debemos hacer es, si el índice delincuencial es menor que hace un año, dos o cinco. Es posible que así sea.
En 1988, se implantó una especie de psicosis con la llegada del dengue a Cuenca. Recuerdo que primero se registró en Guayaquil, luego en Naranjal y después en Machala. Hasta que llegó a Cuenca el primer caso en el Hospital Regional Vicente Corral Moscoso. Era un enfermo oriundo de la provincia de El Oro, al que le cayeron flashes, grabadoras y cámaras.
El revuelo enorme del dengue pasó, en pocas semanas, a convertirse en un dato más de las pandemias tropicales que, de vez en cuando, incrementa el número de enfermos. Hoy ni siquiera ese aumento ocupa los titulares.
Sucedió igual con el ántrax después del 11-S. Y últimamente con la gripe aviar. ¿Novelería o exageración?
De otro lado, la principal causa de muerte en los jóvenes cuencanos es la violencia (accidentes de tránsito, riñas, caídas, entre los principales). Todos sabemos que detrás del 90 por ciento de estas tragedias está la ingestión de bebidas alcohólicas. Sin embargo, los que estamos al frente de los medios de comunicación de Cuenca, poco hacemos por tratar de cambiar esta vergonzosa realidad. ¿Costumbre, hipocresía o compromisos publicitarios con las licoreras?
De los testimonios que he recabado, al parecer la historia va así: una señora que conocía al chico le quiso ayudar a encontrar la mochila olvidada en la furgoneta escolar. Al no poder ubicar el vehículo, lo llevó a su casa y con un joven le mandó a dejar en la casa del tío del menor. Fin de la historia.
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1 comentario:
Completmente de acuerdo con este comentario la sociedad cuencana vive un un ejemplo de clases sociales y de apariencias de alli la necesidad de inculcar a la juventud la identidad de saber de que estarato social se proviene y de no avergonzarse de ello de la consciencia del saber que lo imporatante esta en lo que se lleva en al mente y al enfrentarse al riesgo de que te tilden de "gil" por rechazar la invitacion a beber de los amigos, companeros o familiares.
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