lunes, mayo 28, 2007

En la aldea de la furia

La tarde de los sábados es la del sagrado descanso, del hacer algo agradable o no hacer nada, de dormir a pierna suelta, de mirar una película o la liga española de fútbol, del infaltable encuentro deportivo o de la imperdible reunión de amigos o familiares. La tarde del sábado tiene algunas de las horas más agradables de los siete días. Siempre y cuando no sean impedidas por algunos desconsiderados.

Así ocurrió para muchos cuencanos la tarde del sábado 26 de mayo. Los organizadores de un campeonato de indoor fútbol, a la altura del barrio Virgen del Milagro, interrumpieron el tráfico en la avenida Ordóñez Lasso que sirve de acceso a la carretera que conecta a Cuenca con la costa. El acto deportivo formaba parte de las fiestas anuales de este sector.

La obstrucción fue amparada por la propia policía de tránsito. Sin dar mayores explicaciones, y con los consiguientes tormentos y cóleras de los centenares de conductores, unos cuantos uniformados rasos desviaban la caravana interminable por trochas angostas y polvorientas.

Hace pocos años, nada más y nada menos que la Avenida de las Américas, la arteria más traficada de Cuenca, a la altura de la ciudadela Católica, la policía cerró, por varias horas, el tránsito para permitir la inauguración, a todo parlante y tecnocumbieras, de un restaurante. Sí, como lo lee, de un asadero de pollos.

En escuelas y colegios, los demorados adiestramientos para los desfiles o pases de niño por las calles colindantes siguen provocando las mismas molestosas sensaciones entre los angustiados automovilistas.

Leyes hay. Reglamentos sobran. Ordenanzas abundan. Interrumpir el paso vehicular en calles y avenidas demanda de un salvoconducto de la autoridad. Pero acá en “Vandalia”, la norma es la de los hechos consumados, la del “más vivo”, la del prepotente, ignorante y atrevido, la del “yo fui, ¿y qué?”

Por eso, ni mandando a los 130 mejores asambleístas del mundo, con el Espíritu Santo a la cabeza, a redactar la mejor de las constituciones cambiaremos estas aldeanas conductas. La transformación, el cambio, empezando por la educación y el respeto a los demás, no nacerá en Montecristi. Deberá brotar en cada uno de nosotros. En nadie más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Jorge...que gusto saber que hay gente valiosa, valiente y pensante en nuestra ciudad! No puedo sino coincidir y felicitarte por tu acertado articulo. Esas actitudes de irrespeto son las que debemos empezar a cambiar, no puede ser posible que aun hagamos de Vandalia un sitio para vivir, en donde la ley del gallo o gallina mas estrangulado sea el que prevalezca sobre la razon y las leyes. Tu que estas al frente de un medio de comunicacion, es la responsabilidad de EDUCAR, y trasmitir el buen pensamiento y cada coiudadno de Cuenca aprender a respetar...tengo algo mas que anadir a tu comentario, que la libertad de uno termina exactamente donde comienza la de los demas.

Anónimo dijo...

Odio todo vandalismo:
El vandalismo que ciega,
el vandalismo sin nombre,
el vandalismo absoluto,
el vandalismo sin padre,
el vandalismo religioso,
el vandalismo serpiente,
el vandalismo cuchillo,
el vandalismo misil,
el vandalismo silencio,
el vandalismo intolerable,
el vandalismo interminable.

Pero temo más el vandalismo de espíritu
el que nunca se mancha de sangre,
el que afila las palabras
como navajas,
el que se oculta en un silencio cobarde.

El vandalismo de espíritu,
el que observa desde las ventanas,
el que observa en silencio
el trazo candente de las balas.

El vandalismo de espíritu,
enmascarado en razones sinrazones,
en deformes sentimientos.
El que se oculta detrás
de una falsa alegría.

Odio todo vandalismo:
El vandalismo que está en todas partes,
el vandalismo que te alcanza sigiloso,
el vandalismo que te habla en la noche,
el vandalismo que rompe tu ventana,
el vandalismo que quema tu coche,
el vandalismo que mira con odio
al niño que juega,
el vandalismo que no respeta al anciano,
el vandalismo que no responde a tu ruego,
el vandalismo que se carcajea mientras otros lloran.