El distinguido médico que se apuraba a salir a su trabajo, con las prisas diarias y los segundos contados, no podía creer lo que estaba pasando a las siete de la mañana del miércoles 21 de marzo, cuando frente a su casa, un bus estaba cruzado a lo ancho de la calle y no le permitía sacar su auto del garaje. No había caso, toda la calle Juan Jaramillo, desde
El centro histórico había sido estrangulado tras la decisión trasnochada la víspera por
Pero no, lo que aquí impera es la ley del más fuerte, del más bruto, del prepotente e intocable. Los hechos consumados sobre los consensos. La fuerza sobre la tolerancia. La inseguridad jurídica sobre la jerarquía de las normas. El grito destemplado sobre la civilidad. En fin, el tumulto delirante sobre la razón.
Han pasado cuatro días de semejante conducta primaria y ¿dónde están las autoridades municipales o de la gobernación del Azuay para sancionar semejante irracionalidad?
El oscuro círculo de la barbarie se cierra cuando ningún ciudadano se atreve a presentar ante la fiscalía, una denuncia; porque saben que irá a extinguirse, para siempre, en un arrinconado y apolillado archivo.
Los que creen que
Con razón, un querido amigo cuencano que hoy vive en Quito, me pregunta, al referirse a Cuenca, cada vez que hablamos por teléfono, “¿cómo va Vandalia?”.
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