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Yo cancelo ese canal”. Lo acaba de decir el presidente Rafael Correa, si prueba que una cadena de televisión apoya un golpe de estado o a los golpistas. Dijo que él no esperaría a la terminación de la concesión como ocurrió en Venezuela con RCTV.
El primer mandatario ha vuelto a enseñar los dientes en lo que ha sido el último giro a la tuerca de la contienda con los medios de comunicación ecuatorianos. Esta vez el economista se ha introducido en el aspecto legal, del que no es precisamente un especialista y ha expresado ese absurdo. Veamos por qué:
- Ni la Ley Reformatoria de Radiodifusión y Televisión, ni su Reglamento, castigan con semejante pena a los medios. Existen las llamadas sanciones de Clase 5, las más graves de todas, que son aplicadas por serias infracciones de carácter técnico y administrativo que provocan la cancelación de la concesión, luego de un largo proceso de terminación del contrato y reversión de la frecuencia que pasa por los tribunales de justicia. Hasta tanto, la estación puede seguir operando. Estos casos extremos se dan por eventos puntuales; cuando, por ejemplo, una radio o canal de televisión han sido enajenados a un gobierno o persona extranjera (artículo 80 del Reglamento).
- La legislación ecuatoriana, en materia de comunicación social, a raíz de la reforma a la Ley de Radiodifusión y Televisión en 1995, dejó de sancionar a los medios por asuntos derivados de los contenidos expresados. La responsabilidad por lo que se dice, recae, desde entonces, en la persona autora del supuesto delito o infracción penal o, si no es identificada, la carga pesará sobre el director o gerente del medio, según señala el Código de Procedimiento Penal.
Ahora bien, supongamos que a través de un canal de televisión se apoye abiertamente un golpe de estado en el Ecuador. El presidente no podrá, de ninguna forma, clausurarlo definitivamente, como acaba de advertir. Lo que si podrá es enjuiciar a todos los periodistas que hayan apologizado la rebelión. Pero el medio en sí, no puede ser afectado.
Tal vez, la única manera, revestida de algo de legalidad temporal para callar por este motivo a un medio, sería con la declaratoria del estado de emergencia, en la que contemple la suspensión de las libertades, entre ellas la de expresión, con lo cual podría ordenar la censura previa y hasta su cierre de operaciones, acto que no ha ocurrido ni siquiera en gobiernos despóticos como el de León Febres Cordero.
Por lo tanto, el presidente Correa vuelve a errar el golpe en materia de legislación de la comunicación. Sus ímpetus violentos le vuelven a traicionar. Sus resentimientos con los medios pueden más que la tolerancia que debe enaltecer al primer ciudadano de la Patria. Y esos malos deseos que acaba de expresar solo podrían darse en dos escenarios: una dictadura o una asamblea constituyente sumisa al despotismo.
4 comentarios:
Mal, muy mal la forma en la que se expresa el presidente al condenar un supuesto apoyo de los medios de comunicación a un golpe de estado, pero mucho peor es la forma en la que los mismos medios quieren ser los conductores del país.
Dejo signado el DODECALOGO DE LOS DEBERES DEL PERIODISTA que fue dado a conocer durante la Conferencia dictada durante la clausura del ciclo Comunicación y Sociedad en el Siglo XXI, en la Universidad Camilo José Cela en mayo del 2001, para que todos los periodistas lo conozcan y sepan manejarse con mesura.
DODECALOGO DE LOS DEBERES DEL PERIODISTA
Son varios los supuestos de los que ha de partir el periodista para el buen ejercicio de la profesión y creo que quizá pudiéramos decirlos en una docena de mandamientos.
El periodista debe:
I. Decir lo que acontece, no lo que quisiera que aconteciese o lo que imagina que aconteció.
II. Decir la verdad anteponiéndola a cualquier otra consideración y recordando siempre que la mentira no es noticia y, aunque por tal fuere tomada, no es rentable.
III. Ser tan objetivo como un espejo plano; la manipulación y aun la mera visión especular y deliberadamente monstruosa de la imagen o la idea expresada con la palabra cabe no más que a la literatura y jamás al periodismo.
IV. Callar antes que deformar; el periodismo no es ni el carnaval, ni la cámara de los horrores, ni el museo de figuras de cera.
V. Ser independiente en su criterio y no entrar en el juego político inmediato.
VI. Aspirar al entendimiento intelectual y no al presentimiento visceral de los sucesos y las situaciones.
VII. Funcionar acorde con su empresa -quiere decirse con la línea editorial- ya que un diario ha de ser una unidad de conducta y de expresión y no una suma de parcialidades; en el supuesto de que la coincidencia de criterios fuera insalvable, ha de buscar trabajo en otro lugar ya que ni la traición (a sí mismo, fingiendo, o a la empresa, mintiendo), ni la conspiración, ni la sublevación, ni el golpe de estado son armas admisibles. En cualquier caso, recuérdese que para exponer toda la baraja de posibles puntos de vista ya están las columnas y los artículos firmados. Y no quisiera seguir adelante -dicho sea al margen de los mandamientos- sin expresar mi dolor por el creciente olvido en el que, salvo excepciones de todos conocidas y por todos celebradas, están cayendo los artículos literarios y de pensamiento no político en el periodismo actual, español y no español.
VIII. Resistir toda suerte de presiones: morales, sociales, religiosas, políticas, familiares, económicas, sindicales, etc., incluidas las de la propia empresa. (Este mandamiento debe relacionarse y complementarse con el anterior.)
IX. Recordar en todo momento que el periodista no es el eje de nada sino el eco de todo.
X. Huir de la voz propia y escribir siempre con la máxima sencillez y corrección posibles y un total respeto a la lengua. Si es ridículo escuchar a un poeta en trance, ¡qué podríamos decir de un periodista inventándose el léxico y sembrando la página de voces entrecomilladas o en cursiva!
XI. Conservar el más firme y honesto orgullo profesional a todo trance y, manteniendo siempre los debidos respetos, no inclinarse ante nadie.
XII. No ensayar la delación, ni dar pábulo a la murmuración ni ejercitar jamás la adulación: al delator se le paga con desprecio y con la calderilla del fondo de reptiles; al murmurador se le acaba cayendo la lengua, y al adulador se le premia con una cicatera y despectiva palmadita en la espalda.
A nuestro presidente actual le gusta abrirse varios frentes....le gusta la bronca, es que le corren por sus venas "sangre de guerrero"...(nos recuerda algo al despotico LFC?), eso hasta cierto punto respetable pero a este punto creo que pasa a ser un caso patetico de culto a la personalidad...el fue elegido para gobernar con el apoyo mayoritario de los ecuatorianos, no para pelearse y mostrar los dientes a diestra y siniestra....ahora que algunos peridistas llevan muy mal su trabajo es otra cosa que tambien debe de ser considerada...mucha mediocridad en los medios
ja ja ja, y todavia creen en los políticos? claro está al tener poder nos volvemos corruptos, pero ademas de eso volvernos tontos llenos de ego, intolerantes, resentidos y... ¡todo esto es una verguenza! cuando pienso en este pais solo encuentro inutilidad, soborno, robo, prejuicio, pero sobre todo una gran irresposabilidad para con los que no tendran nunca ni de lejos voz ni voto, aquellos que luchan para SOBREVIVIR (término que estoy seguro no lo entienden porque son unos mantenidos de m...) , y menos aún poder político.
propongo que los que opten a puestos públicos pongan como garantía a su buena labor su patrimonio personal siendo inspeccionados y tengan sus cuentas a ojo publico y por que no también un periodo de prueba, que si no sirve a la casa, sí, como a todos nos toca.
La forma de actuar del presidente se parece cada vez mas a la de todos los que fueron presidentes de la Ex Union Sovietica: un cumulo de intentos repugnantes de controlar los medios de comunicacion masivos; estoy de acuerdo en que los periodistas han perdido la brujula desde hace mucho, pero hay otras formas de sancionar esas conductas incorrectas... Si eso se llama "Socialismo del siglo 21", por que guarda un parecido con lo que sucede en Cuba o China? Es un nuevo nombre para el totalitarismo que rigio en la Union Sovietica y que hasta ahora tiene graves consecuencias en muchos planos, sobre todo el psicologico
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